Pues fíjense que el día de hoy, cual debe ser y contagiado por la marabunta, pretendía hablarles del amor y otros demonios, parafraseando a Gabriel García Márquez, pero como ayer viví una experiencia aterradora en una institución bancaria, y como es la segunda vez que me ocurre, quiero compartirles este suceso en aras de que algún funcionario, accionista, o persona que tome decisiones, haga algo por los muchos usuarios que de plano, algunos no pudieron soportar y francamente se mostraron algo groseros o inconforme por el trato del que fuimos víctimas.
Pues resulta que debido a un doble cargo que sin motivo alguno me hicieron en el BBVA, de aquí de Tepic, me vi obligado a pedir una explicación del motivo por el cual me estaban rebajando como abono a una tarjeta de crédito, poco más de 8 mil pesos, siendo que, en tiempo y forma, yo había abonado 10, mil pesos.
Así que con el ánimo de recuperar mis casi 9 mil pesos, acudí presto a que me hicieran la aclaración respectiva, para eso fui a la sucursal BBVA, ubicada en avenida México 123 norte, la del mero centro pues, y como es el protocolo, tuve que pedir una ficha de turno, esa la entrega una persona que está en un pequeño módulo en la puerta del banco.
Pues me dieron mi ficha con el número DC56, quizá era otra letra, pero el número era el 56, la ficha marcaba las 13.34 en el momento que me la expidieron de una maquinita que maneja la joven que está en la entrada, así que me dijo: -pase al área de ejecutivos donde le llamarán cuando le toque su turno-, dicho esto, atendió al que seguía; así que me fui al fondo del BBVA, donde se ubican unas hileras de sillas blancas y en donde hay una pantalla de televisión en cuyo costado izquierdo van apareciendo los turnos, mientras que en el resto de la pantalla, se tiene uno que chutar anuncio sobre anuncio, de las “bondades” del BBVA.
Cuando llegué a ocupar asiento, me fijé que había algunas diez o doce personas, que ya estaban ahí a la espera de su atención ejecutiva, como también observé que existen como unos 15 cubículos de ejecutivos, de los cuales al parecer trabajan unos tres o cuatro, porque en la pantalla aparecían constantemente el cubículo 10, muy eventualmente el número 15, y el cinco estuvo ocupado como una hora con una persona.
Como estuve más de una hora observando los que llegaban y los que se iban, pues noté que algunos clientes los pasaban directamente de la puerta del banco, a la puerta de un determinado ejecutivo, así que eso alteraba el orden de atención.
Y por ejemplo, un muchacho que cargaba en medio de las axilas, un casco de motociclista, como que ya tenía algunas dos horas ahí, esperando y de pronto vi que se paró y reclamó que el número de su ticket de atención, lo habían brincado, que el esperaba que lo llamaran pero que vio que el número anterior a él, fue llamado y luego los números superiores a él, en sus letras, porque cada número trae dos letras mayúsculas antes del número, así que esto hace que se distribuyan los clientes.
Al muchacho en mención, cuando luego de pasar horas y horas, ahí sentado, reclamó, todos se echaron la bolita, y terminó yendo por otro turno.
Yo tenía el número DA, o DC 56, pues el caso es que mi numeración o serie cuando yo llegué al rato pasí el número 49 y como a los 45 minutos, el número 51, lo que significó que el número 50, al ver que tenía que perder ahí su día, seguramente decidió irse. Pues como el número 51 estaba direccionado a algún cubículo de un ejecutivo, pero pasó más de una hora, y nunca siguió en mis letras el número 52, calculé que como era el 56, y ya había pasado una hora, desde que llegué, y apenas iban en el número 52, yo que tenía el 56, posiblemente tendría atención a las cinco o seis de la tarde, pero como a esa hora, ya está cerrado el BBVA, pues era muy seguro que nos habrían echado fuera de la institución bancaria para esas horas.
Pues cuando vi que pasó la hora y apenas dos clientes con mi serie de letras y número de orden, habían pasado, reclamé y la joven que me había dado el ticket, le dijo a otro joven que seguramente trabajaba en la institución: “hay que ver eso”, fue toda la solución, y pues yo haciendo cuentas del tiempo, pensé que si lograban atenderme a lo mejor sería por la noche, así que antes de que me dieran las tres horas esperando ser atendido, porque turno ya me habían dado horas antes, les dije que otro día, iría a las seis de la mañana a esperar que abrieran para que me tocara el primer turno, y si ustedes creen que se inmutaron, pues se equivocan, sólo me dijeron “si señor está bien, que le vaya bien”, hasta eso que fueron buenos deseos los suyos.
Por cierto a la hora de mi reclamo, les señalé a un pobre hombre mayorcito de edad, que no aguantó despierto el ser atendido por tanto tiempo esperando, y roncaba a pierna suelta en su silla blanca, les dije a los dos jóvenes empleados- “miren el pobre hombre ese, hace tantas horas que espera que mejor se durmió”, los muchachos del BBVA, consideraron que eso era una buena manera de esperar, porque ni siquiera se impresionaron.
Todo lo anterior lo relato, porque los que vamos a cualquier institución bancaria, entre ellas al BBVA, somos sus clientes, y por los servicios que nos prestan, nos cobran conforme a las reglas establecidas, así que me parece un tanto indigno que se de ese trato a los clientes como lo hace el BBVA…hasta mañana