Cuando estudiaba psicología en la UNAM al mismo tiempo asistía como oyente a la Facultad de Derecho y cursaba segunda carrera en la Facultad de Filosofía. Con los futuros abogados asistí a un curso sabatino de oratoria que impartía un sabio maestro de filosofía y lingüística. Exigía brevedad. “Como Moisés era de hablar pausado, duró tres minutos anunciando los Diez Mandamientos”, decía a los principiantes. “Sólo si tienen que decir algo más importante háganlo en más minutos. No pierdan su tiempo ni roben el de los demás”, rogaba a los aspirantes a políticos. Años después encontré al maestro, ya jubilado, en un comedor de CU. Me contó que canceló sus cursos porque todos sus alumnos tenían que decir cosas más importantes que las de Moisés. Ahora, incontinentes verbales, predican en los partidos políticos.