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Las horas buscan su reloj | A 1 mes de Sheinbaum-Trump. La experiencia de México en la SDN como guía en su relación

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Por Alfredo Delgadillo López

El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos de América (EE.UU) en 2025 ha marcado el inicio de una nueva y compleja etapa en las relaciones bilaterales con México. El contraste entre los estilos de liderazgo de Trump y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha definido esta dinámica, caracterizada por amenazas arancelarias como instrumento de presión, intensificando la retórica contra los migrantes y cuestionando la capacidad de México para enfrentar al crimen organizado. La administración de Donald Trump ha reavivado una política exterior agresiva.

El antagonismo entre los perfiles de Sheinbaum y Trump representa una relación entre la científica metódica socialista frente al conservador y radical empresario.

La respuesta de Sheinbaum ante las presiones de Trump a 1 mes de que tomó posesión como Presidente de EE.UU, se ha distinguido por una combinación de firmeza diplomática y pragmatismo. Esta estrategia se ha manifestado en varios frentes:

  1. Crisis arancelaria: Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a productos mexicanos, mientras que Sheinbaum logró una prórroga de un mes mediante negociaciones gracias a que México acordó desplegar 10 000 elementos de la Guardia Nacional en la frontera.
  2. Tema migratorio: México ha mantenido una política de apoyo a migrantes con programas sociales al mismo tiempo que ha incrementado la vigilancia fronteriza. Se busca balance entre humanitarismo y control migratorio.
  3. Seguridad y narcotráfico: Trump declaró su intención de designar cárteles como organizaciones terroristas, por su parte, México respondió enfatizando en su soberanía y corresponsabilidad, además, Sheinbaum señaló el problema del tráfico de armas desde EE.UU.

Esta estrategia mexicana ha producido resultados variados pero generalmente positivos, pues evitó una guerra comercial inmediata, mantuvo la dignidad nacional sin provocar escaladas, elevó los índices de aprobación de los mexicanos y ha ganado respeto internacional por su manejo de crisis. Sin embargo, persisten importantes retos; por ejemplo, la amenaza de aranceles sigue latente para marzo, presiones continuas sobre migración y narcotráfico, tensiones por vuelos de drones de la CIA en territorio mexicano y la necesidad de mantener inversión extranjera.

El contraste entre el estilo teatral y confrontacional de Trump y el enfoque metódico y científico de Sheinbaum ha resultado, paradójicamente, en una dinámica funcional donde cada líder puede obtener victorias políticas sin comprometer intereses fundamentales. Esta experiencia inicial sugiere que México ha encontrado una fórmula efectiva para manejar la relación con Trump: responder con datos y acciones concretas a las amenazas mediáticas, mantener canales de diálogo abiertos, y defender la soberanía sin caer en provocaciones. Pero son soluciones solamente a corto plazo.

La solución es regresar a las bases. Los principios, las bases y lo clásico nunca pasa de moda. Por eso es fundamental que México adopte una estrategia de defensa diplomática y fortalecimiento institucional basada en principios históricamente sólidos. En este sentido, la experiencia mexicana en la Sociedad de Naciones (SDN) entre 1931 y 1940 ofrece lecciones valiosas que pueden orientar la política exterior y la gestión interna del país en la actualidad.

El periodo 1931-1940 demostró que México puede mantener una política exterior independiente y principista sin caer en el aislamiento, incluso en momentos de profunda transformación interna. Durante ese periodo, el gobierno mexicano enfrentó desafíos similares a los actuales: el país tenía ideales y políticas extremadamente sociales, se dudaba sobre su capacidad para mantener el orden interno, aumentaban las presiones económicas internacionales y la necesidad de defender su soberanía ante potencias extranjeras.

1a. Lección. Deriva de la estrategia de construcción de legitimidad internacional. En la década de 1930, México desplegó a sus más destacados intelectuales y diplomáticos para contrarrestar la imagen negativa del país en el extranjero. Figuras como Alfonso Reyes y Genaro Estrada no solo representaron a México, sino que articularon una visión coherente de la soberanía nacional compatible con la cooperación internacional. Esta estrategia demostró que la legitimidad internacional no requiere subordinación, sino la capacidad de articular principios claros y defendibles en el ámbito global. Sin embargo, en el contexto actual, México enfrenta cuestionamientos sobre su capacidad para controlar el crimen organizado y la integridad de sus reformas judiciales.

2a. Lección. Proviene de la manera en que México manejó su participación en la SDN durante crisis internacionales específicas. El país logró mantener una postura principista sin caer en la confrontación innecesaria, defendiendo la no intervención y la autodeterminación mientras participaba constructivamente en iniciativas multilaterales. Esta aproximación demostró que es posible mantener principios firmes mientras se construyen espacios de cooperación práctica. Ahora bien, aplicado al presente, esto sugiere la necesidad de desarrollar un marco de cooperación internacional en seguridad que respete la soberanía nacional mientras aborda efectivamente amenazas transnacionales. La experiencia de la SDN demuestra que tales marcos pueden construirse sin comprometer principios fundamentales, siempre que se establezcan parámetros claros y mecanismos de verificación mutua, por lo tanto, ante los riesgos de ceder la soberanía a los principales líderes tecnológicos, México debe de diseñar una política exterior que contemple la influencia de actores privados, como las grandes tecnológicas y las industrias militares, en las relaciones internacionales, y paralelamente fortalecer capacidades estatales en ciberseguridad, protección de infraestructura tecnológica crítica y creación de tecnología nacional.

3a. Lección. Concierne al manejo simultáneo de transformaciones internas y presiones externas. Durante su participación en la SDN, México implementó reformas a la administración pública significativas mientras mantenía una presencia internacional activa. Esto requirió una cuidadosa coordinación entre política interna y externa, asegurando que las reformas fortalecieran, en lugar de debilitar, la posición internacional del país. Para el contexto actual, esto implica la necesidad de asegurar que las reformas judiciales, desaparición de Organismos Constitucionales Autónomos (OCAs) y las estrategias de seguridad fortalezcan, no debiliten, la credibilidad internacional de México.

Ahora bien, mientras que en los 30’s México construía instituciones desde una revolución social triunfante, con un proyecto nacional claro y una élite intelectual comprometida con la construcción institucional, hoy el país también viene de una revolución social triunfante desde el 2018; sin embargo, enfrentamos un proceso de erosión institucional sin precedentes. La reforma al poder judicial y la desaparición de OCAs no solo representa un retroceso en la profesionalización de la justicia y funcionarios, sino que simboliza un cambio paradigmático en la concepción misma del Estado de derecho

Por otra parte, el control territorial, elemento fundamental de cualquier Estado soberano, presenta diferencias cruciales entre ambos periodos. En los años 30’s a pesar de los desafíos posrevolucionarios, el Estado mexicano mantenía el monopolio de la seguridad de sus territorios. La situación actual en Sinaloa, con cinco meses de violencia ininterrumpida, evidencia una pérdida de control que cuestiona la capacidad básica del Estado para garantizar la seguridad de sus ciudadanos. Esta diferencia es fundamental porque afecta la credibilidad de cualquier política exterior, independientemente de las buenas intenciones políticas.

La historia de la SDN, más que ofrecer soluciones directamente aplicables, nos recuerda la importancia de construir instituciones sólidas como base de cualquier proyección internacional a largo plazo. El México de hoy debe enfrentar primero sus desafíos internos fundamentales antes de poder aspirar a una política exterior verdaderamente soberana y efectiva.

La prioridad debe ser el fortalecimiento interno como base para cualquier estrategia internacional efectiva. Sin control territorial y credibilidad institucional, ninguna táctica diplomática, por sofisticada que sea, puede ser verdaderamente efectiva.

La experiencia en la SDN ofrece algunas lecciones valiosas como la profesionalización, fortaleza de instituciones, refuerzo en seguridad y credibilidad internacional. Adaptadas al contexto actual, pueden ser útiles:

  1. Revertir la politización del poder judicial. Profesionalizar en lugar de politizar,
  2. Fortalecer los mecanismos de control constitucional,
  3. Desarrollar un servicio civil de carrera robusto en las administraciones públicas, poder judicial y servicio exterior,
  4. Implementar estrategias integrales de seguridad,
  5. Fortalecer las capacidades de inteligencia y operación del Estado,
  6. Reconstruir la presencia del Estado en zonas críticas,
  7. Demostrar avances concretos en el fortalecimiento del Estado de derecho,
  8. Desarrollar mecanismos transparentes de rendición de cuentas, revivir al INAI, no centralizar el control de la transparencia.
  9. La credibilidad internacional depende fundamentalmente de la capacidad estatal interna.

No hay fórmulas nuevas, son las de siempre. El camino requerirá un compromiso serio con la reconstrucción institucional, la profesionalización de funcionarios públicos y el desarrollo de una visión estratégica de largo plazo que trascienda los ciclos políticos inmediatos.

Los éxitos diplomáticos de México durante este período demuestran que, cuando la representación internacional se basa en la competencia técnica y la capacidad intelectual, los resultados son más duraderos y benéficos para el país.

Me despido con esta reflexión:

El jurista alemán Gustav Radbruch explicó que “La política separa a las naciones unas de otras; la cultura, por el contrario, las acerca y las une”.

Seguramente con funcionarios e instituciones que tengan estas características las relaciones con Donald Trump serían más sencillas. Hace meses tuvimos un mandatario mexicano que ni siquiera hablaba inglés, hace 90 años los diplomáticos mexicanos hablaban inglés y francés. Y eso para empezar…

México necesitó de los intelectuales para volver a ser incluido en organizaciones internacionales, por ende, este capítulo histórico de la SDN debe ilustrarnos para entender la importancia de elegir funcionarios de íntegro y brillante perfil, no de funcionarios electos por voto popular, pues la defensa de los intereses generales más efectiva es aquella que puede tender puentes de entendimiento no solo entre gobiernos, sino entre civilizaciones. Después de once años de exclusión, fue precisamente la labor de diplomáticos-intelectuales, no de políticos ni de expertos en hacer campaña para ganar votos populares lo que permitió a México reintegrarse a la comunidad internacional.

Necesitamos políticas públicas, política exterior y soluciones a largo plazo. El buen juez o jueza por su propia casa empieza.

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