Cierta administración estatal contrató a una empresa local para la fotografía y el video de cientos de obras públicas en todos los municipios, con el fin de ilustrar el Informe de Gobierno. La Secretaría de Planeación entregó listas de obras concluidas y en proceso, así como su ubicación exacta. Para sorpresa de fotógrafos y funcionarios, una de cada tres no existía. Donde decían que había empedrado, aún estaba la arena; donde indicaban alumbrado, todavía no había energía eléctrica; donde reportaban banquetas, ni rastro de cemento. Ni siquiera era un asunto de corrupción, pues nadie se quedó con el dinero. Era algo más grave: la absurda competencia de los funcionarios por mostrar quién hacía más, aunque para ello hubiera que mentir y alterar estadísticas. Es algo frecuente: una ficción oficial que supera la realidad.