Crónica meridiana | Jorge Enrique González
Para los Echevarría este viernes no fue un viernes cualquiera. Acogidos por la vieja casa donde pasó la infancia Antonio Echevarría Domínguez y hoy alberga la Fundación Álica, la familia más cercana, compadres, que muchos tiene, los amigos de toda la vida y colaboradores de las empresas que fundó, honraron sus primeros 81 años. El encuentro fue mucho más que un acto protocolario: se convirtió en el reconocimiento pleno a un hombre que, con visión y constancia, ha contribuido al desarrollo de Nayarit y de sus habitantes. No se tiene registro histórico de alguien que haya generado empleos a largo plazo en tal cantidad: son más de cinco mil.

El ambiente evocaba esas tardes de antaño en Tepic en las que cada invitado a alguna fiesta aporta un recuerdo o una historia, enriqueciendo la imagen del festejado desde ángulos diversos. Juan Carlos Cuevas abrió con una frase que retumbó en el recinto: “Lo único que acaba con la pobreza es el trabajo”, subrayó, recordando una de las convicciones más fuertes don Antonio, quien la ha repetido a lo largo de los años como un principio inquebrantable.
No se dudó en hacer referencias a la aparente confusión sobre la fecha de nacimiento —el 11 o el 12 de marzo— y a cómo el joven Antonio, en sus días de estudios universitarios, ya mostraba un temple poco común. Con cierto humor, se recordó también que el homenajeado soñaba con ser segunda base del equipo Indios de Cleveland, antes de que sus padres lo encaminaran hacia la formación académica y lo alentaran a cumplir otro tipo de metas.

Francisco Arias, amigo personal de don Antonio y uno de los pilares del Grupo Empresarial Álica, tomó la palabra para cimentar la narrativa que se haría palpable toda la noche: “Nada fue obra de la casualidad. Él siempre ha sido un hombre con la mirada puesta en el futuro y un afán inquebrantable por hacer las cosas bien.” Arias subrayó cómo don Antonio, tras formarse en contaduría, asumió responsabilidades de gran calado tanto en el ámbito empresarial como en la administración pública. “No es un hombre que se deje manejar; es un líder que sabe lo que quiere y lo planea a largo plazo.”

En un momento particularmente emotivo, don Antonio habló sobre la enseñanza que le transmitieron sus padres desde muy joven: “Mi papá me decía ‘si quieres triunfar, haz amigos, con amigos triunfas. Cristo, con doce apóstoles, conquistó el mundo y nosotros cinco, casi conquistamos Nayarit’”, compartió con una sonrisa cómplice. Esa filosofía se volvió el eje de su trayectoria, no sólo en lo político, sino también en la construcción de un grupo empresarial que actualmente brinda más de cinco mil empleos. “No lo merezco yo solo,” dijo, aludiendo a los primeros socios que lo acompañaron en la aventura de construir Álica: Álvaro Navarro, Enrique su hermano, Ricardo Llanos, Paco Arias, su compadre. “Fue el trabajo de todos, y así seguimos creciendo.”

La mención a la corrida de toros que se celebró días antes en la Monumental Plaza de Toros Don Antonio, en el marco de la gira de despedida de Pablo Hermoso de Mendoza, resonó como una clara prueba de que la pasión taurina, la entrega a la charrería y el apoyo al deporte y al desarrollo cultural también forman parte de su legado. El festejado se mostró visiblemente satisfecho al evocar la tarde taurina: “Fue inolvidable y me emociona saber que aún se vive la tradición con tanta fuerza.”

No faltaron tampoco los guiños al festín sabatino, donde don Antonio prometió música y el calor fraterno de siempre: “El que no vaya con ganas de festejar, mejor que se prepare para una buena regañada.” Hubo risas, y varios de los presentes aseguraron que no se la perderán. Era evidente que aquella conmemoración no se quedaría en lo oficial, sino que continuaría con el espíritu de una fiesta prolongada.

Tras los discursos, llegó el momento del brindis. Las copas se alzaron para desearle muchos años más de salud y lucidez a don Antonio. “Salud, por todo lo que has hecho por nosotros,” se escuchó entre amigos y familiares. En una sala contigua, un recorrido fotográfico llevaba a los visitantes por las facetas más significativas de la vida del homenajeado: su niñez en Santiago Ixcuintla, sus andanzas universitarias en Guadalajara, su paso por la gubernatura en 1999 y, por supuesto, los triunfos empresariales que han beneficiado a tantas familias nayaritas.

En esa atmósfera, se reafirmó la convicción de que el progreso surge cuando se unen fuerzas y se siembra confianza. Don Antonio, con gratitud y humor, insistió una y otra vez en la relevancia del trabajo bien planificado y la camaradería que lo ha guiado desde joven: “Para ser una sociedad o hacer un equipo, lo más importante es creer en los demás.”

Así, la celebración del pasado viernes no sólo aplaudió el cumplimiento de 81 años de vida, sino también la voluntad de un hombre que, marcado por el consejo paterno de “haz amigos para triunfar”, ha sabido encaminar sus esfuerzos para impulsar el crecimiento de un estado entero. Entre anécdotas, sonrisas y copas alzadas, la Fundación Álica dio por concluido el homenaje, pero no el legado que seguirá tejiéndose con cada empleo generado, cada proyecto impulsado y cada historia que, gracias a esa filosofía de “trabajo y amigos”, seguirá iluminando a las generaciones venideras.