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En Definitivo | Masterclass presidencial

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Por más discursos que se pronuncien, Estados Unidos impondrá aranceles a México sí o sí. Y no, no tiene nada que ver con un odio irracional del presidente Donald Trump o su equipo republicano a los mexicanos, sino a la más grande debilidad que tiene la nación líder “del mundo libre” ante la amenaza de un conflicto mundial de gran escala: su economía.

Nuestro vecino del norte, actualmente tiene un déficit comercial de 131 mil 400 millones de dólares, lo que significa que los estadounidenses consumen muchos más productos importados que los que ellos mismos fabrican. Su principal problema proviene de los semiconductores, artefactos provenientes principalmente de Asia, indispensables para el desarrollo de tecnologías, y por supuesto los vehículos, que, aunque son diseñados en su país, suelen ser fabricados en otros países como México.

Esta situación de alta dependencia hacia la cadena de suministro global, vuelve insostenible para cualquier nación un conflicto armado de larga duración. Principalmente cuando naciones de hegemonía similar como China y Rusia cuentan con un mercado interno más sólido, que se traduce en un superávit comercial.

Esto lo saben los estadounidenses, por lo que, desde su primer mandato, la presidencia republicana de Donald Trump ha decidido tomar medidas proteccionistas para fortalecer su industria nacional y desincentivar el consumo de productos extranjeros, pasando la factura a los propios estadounidenses quienes se privan de un mercado más competitivo y tienen que pagar precios más altos por productos y servicios.

Para este segundo mandato, las políticas proteccionistas de Donald Trump se han endurecido. Para México y Canadá sus principales socios comerciales al ser sus vecinos del norte y sur, se ha tomado la decisión de imponer el 25 por ciento de aranceles a los productos, el tributo más alto para un plan que contempla prácticamente a todos los socios comerciales de Estados Unidos.  

Aranceles son por el bien de Estados Unidos, señaló en alguna entrevista el POTUS. Y se entiende la visión del gobierno estadounidense consciente de que no está listo económicamente para enfrentar un conflicto mundial, no por algo se observó hace unos días al presidente Trump reclamar a su similar de Ucrania, Volodimir Zelensky, de “apostar con la tercera guerra mundial”, mientras que en otras declaraciones ha dado indicios de que tal vez la economía estadounidense tenga dificultades en los próximos meses.

Para entender mejor nuestro papel como país, se debe destacar que actualmente México es el principal socio comercial de Estados Unidos y cuenta con un superávit histórico en su relación con el mismo. Es decir, nuestro país exporta mucho más a Estados Unidos que de lo que importa de ese país. Lo que ha generado una relación comercial codependiente, en el que ambos socios se vuelven aliados claves. Esto al parecer los equipos de ambos presidentes lo están entendiendo a la perfección, y están aprovechando para llevar “agua a su molino”.

Desde su construcción, las amenazas arancelarias de Trump al Gobierno de México han tenido un trasfondo político electoral. La mayor parte del electorado trumpista ve a nuestro país como una nación que se ha aprovechado de su cercanía. Un vecino incómodo, que no sólo ha obtenido recursos para su desarrollo y una buena balanza comercial, sino también como la cuna de la violencia que se viven en algunas zonas del país estadounidense a causa del tráfico de drogas.

Asimismo, el público estadounidense que está acostumbrado a ver todo como espectáculo, ha encontrado en el mundo del narco un enemigo común que hoy es calificado por su propio gobierno como terrorista, sobre todo ante la crueldad y la violencia que ejercen en nuestro país. ¿O acaso no creen que la noticia del campo de exterminio localizado en Jalisco no se presentó en la hora prime de los noticiarios de Estados Unidos?

Sin embargo, aunque en el discurso el gobierno estadounidense muestra gran preocupación por lo que ocurre en lo que despectivamente una vez se llamó “su patio trasero”, en realidad la seguridad en México no es una de sus prioridades reales. Sólo es un tema que ha funcionado de manera magistral para manejar al electorado por la manera en que impacta a un público estadounidense que tiene millones de connacionales viviendo en nuestro país.

Pero no sólo eso, ante la incertidumbre económica, culpar a la migración suele ser una estrategia recurrente de las narrativas de los países para exaltar los valores nacionalistas que requieren las políticas proteccionistas. Desde hace décadas, Estados Unidos ha aprovechado al máximo estos discursos, y en el caso de Trump se han vuelto una necesidad.

En otras palabras, la inminente imposición de aranceles sólo se está retrasando para que Donald Trump cumpla con la demanda que la social media estadounidense ha creado para establecer a los republicanos en el poder: luchar contra el narco y detener la migración ilegal. Aunque queda claro que su verdadera prioridad será renegociar los tratados comerciales con México para sacar mayor ventaja de los mismos, con negociaciones que pondrán en tela de juicio la lealtad de nuestro país.  

No obstante, el equipo trumpista no es el único que está aprovechando la coyuntura. En México, la presidenta Claudia Sheinbaum y su equipo han demostrado entender a la perfección el juego estadounidense. Su respuesta a la amenaza arancelaria, ha sido un discurso nacionalista que ubica de manera indirecta al nuevo presidente de Estados Unidos y su narrativa como un enemigo común para nuestro país.

Es decir, en Palacio Nacional son conscientes que su antecesor desgastó en demasía el discurso que creó contra lo que llamó la “mafia del poder”. El cual, aunque fue útil, generó una extrema polarización social e incluso terminó manchando a la propia organización política, que posteriormente para fortalecer sus estructuras, aceptó en sus filas a quienes alguna vez acusaron de formar parte de estas estructuras de corrupción, que hoy salpican la causa guinda.

Imitando la estrategia de Trump, Sheinbaum encontró la manera de fortalecer su proyecto político personal y el de su partido, distanciándose de la narrativa obradorista, y colocando como antagónico nacional a una figura extranjera. Generando así un sentimiento de unión nacional y patriotismo que surge de manera natural en la mayoría de mexicanos que desde pequeños somos adiestrados para ello. Y que incluso justificará en los próximos meses cualquier situación económica negativa para nuestro país. 

La realidad es que poco le importa a Donald Trump que Claudia Sheinbaum congregue a más de 350 mil personas en el corazón del país para mostrarle su respaldo ante la amenaza extranjera. Sin embargo, para la presidenta de México y su partido, esta reunión de liderazgos políticos y sociedad significó un recordatorio de la vigencia que tienen como proyecto político.

EN DEFINITIVO… Hay quienes conocen su destino, por eso aprovechan el viaje. Donald Trump y Claudia Sheinbaum están cumpliendo con su papel a la perfección, reforzando su posición de poder y manejando el guion que la situación económica de sus países demanda.

Sus allegados quizá no tanto, en Estados Unidos los escándalos de Elon Musk y de Steve Bannon haciendo el saludo nazi no ayudan del todo a generar un proyecto político integrador que trascienda a los republicanos. Mientras que, en México, los liderazgos de la 4T parecen estar más concentrados en ver quien puede suceder a la presidenta, que en apoyarla. No por algo le dieron la espalda en pleno evento público con tal de salir en la foto.  

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