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jueves, marzo 13, 2025
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“Todo está cumplido”

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Con esta expresión que Juan, el evangelista, pone en boca de Jesús ―una boca a la que le acaban de acercar una esponja mojada en vinagre sujeta, quizás a la lanza de un soldado― en los instantes previos a inclinar la cabeza y entregar el espíritu, culmina ―sin el drama y la angustia presente en los otros evangelistas― la obra del Verbo encarnado cuya gloria recibida del Padre ha sido contemplada por quienes le acogieron, quienes no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios…

Proseguir ―conteniendo en jarros de barro― esa santa misión de invitar, con la palabra y las obras, a recibir al Hijo de Dios hecho carne y empezar, desde este mundo, a vivir la vida eterna bien puede ser una manera de definir la tarea que compete a todo aquel que ha confesado con su boca que Jesús es el Señor y que ha creído en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos y, de una manera muy específica ―más que especial― a quienes han sido llamados a conducir al Pueblo de Dios que peregrina en un espacio-tiempo determinado, como presbítero o como obispo…

Pues bien, en este contexto del inicio de la Cuaresma 2025, hemos sido testigos ―a nivel de la Iglesia Universal y de la Iglesia local― de la cercanía al cumplimiento de la misión del Papa Francisco y del Obispo Jesús Antonio…

El cumplimiento de la compleja misión del Obispo de Roma es aún incierto, pero no deja de mostrarse cercana…

En cambio, la de Jesús Antonio Lerma Nolasco, ha llegado ya a su fin, por lo que esa expresión “Todo está cumplido” puede ser puesta en su boca sin mayor dificultad…

En un texto escrito por Francisco Flores en este mismo diario el pasado día 10 y que lleva por título “Hasta siempre, monseñor Jesús Antonio Lerma Nolasco (1945-2025)”, se nos ofrece un amplio y detallado panorama de lo que fue su vida a partir de aquel 4 de julio [día de Nuestra Señora del Refugio] de 1945 hasta el 10 de marzo “en que inclinó su cabeza y entregó el espíritu” porque “todo estaba cumplido”.

Siendo este un escrito de segundo nivel en cuanto tiene como base el que acabo de mencionar, me tomaré la libertad de intentar explorar en el corazón de pastor de “Lerma” [así, sin más] cuáles “tesoros” se pueden encontrar en él a partir de una necropsia pastoral…

Sin mayores problemas, alcanzo a descubrir dos muy relevantes: la Parroquia de Acaponeta y la Diócesis de Iztapalapa… Su primer [y único] amor presbiteral y su primer [y único amor] episcopal…

Aquel, con el ímpetu propio de un joven sacerdote de 27 años, prácticamente recién ordenado y formando parte de un presbiterio y de una diócesis en pleno proceso de “aggiornamento” eclesial después de haber superado la tensión entre “conservadores y liberales” por llamarles de algún modo.

Este, con la madurez adquirida en los años de servicios diocesanos como Decano, Vicario Episcopal de Zona, Vicario de Pastoral y Vicario General, con la difícil misión de ser primer obispo y, por ello, de tener que cimentar obre roca una diócesis de reciente creación y con los enormes retos de ser periferia de una de las más grandes urbes del mundo…

Veinte años allá; doce aquí ―primero a la cabeza de la Séptima Vicaría y después como Diócesis de Iztapalapa― y en el interín, la preparación pastoral-administrativa en la diócesis de Tepic.

El tercer tesoro ―que no he visto mencionado en las publicaciones consultadas―: los medios de comunicación social, una herramienta clave en los tiempos previos a las redes sociales. Más en concreto, la prensa escrita y la radio, como medios de evangelización…

¿Otros amores atesorados en su corazón?

Xalisco, su pueblo natal, con esa identidad singular que guarda ese pequeño poblado más antigua que la ciudad capital y que la Señorial e Histórica…

Y por supuesto, su familia, con esos dos icónicos apellidos tan propios de su pueblo. Lerma y Nolasco con un peso católico indudable…

Providencial también ―no hay nada casual en los caminos de la Providencia― la entrega de su espíritu en tierras nayaritas…

Bien pudo darse en la diócesis a la que entregó los últimos años de su ministerio…

Pero no, quiso Dios que muriera, fuera velado y sepultado en la diócesis de la que formó parte desde el día de su bautizo y a la que sirvió con su ministerio presbiteral…

Palabras de Jesús a Jesús y de Jesús a Jesús: “Todo está cumplido”…

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