Hoy, en el marco del Día Mundial del Agua, el Sistema Nacional de Información del Agua (SiNA), operado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), emite una alerta sobre la grave crisis hídrica que atraviesa México. Los datos revelados por el SINA son profundamente preocupantes y ponen en evidencia una realidad alarmante: la sobreexplotación de los recursos hídricos está alcanzando niveles críticos, afectando no sólo a miles de mexicanos, sino también la sostenibilidad de los ecosistemas del país.
De acuerdo con el informe de 2023, de los 653 mantos acuíferos distribuidos en 13 regiones hidrológicas de México, 114 se encuentran sobreexplotados, lo que representa un 17.5 por ciento del total. Esta cifra es un reflejo palpable de una crisis que no sólo se mide en números, sino que impacta directamente la vida cotidiana, ya sea a través del acceso limitado al agua o la degradación de los ecosistemas que dependen de ella.
Uno de los estados que enfrenta esta crisis cada vez más notoria es Nayarit, donde la situación de los acuíferos se está volviendo insostenible. De los 12 mantos acuíferos en la región, tres se encuentran en estado crítico, lo que representa una cuarta parte del total. Esta cifra es alarmante cuando se compara con el panorama de 2020, cuando sólo uno de esos acuíferos presentaba un déficit. En 2023, la situación ha empeorado, y al parecer tiende a ir aumentando cada año.


Las zonas más afectadas son el Valle Acaponeta-Cañas, el Valle de Compostela y el Valle Ixtlán-Ahuacatlán. En el Valle Acaponeta, donde en 2020 el déficit era de -5.90 hectómetros cúbicos anuales (un hectómetro equivale a un millón de metros cúbicos), este ha aumentado a -7.85 hm³/año en 2023.


En el Valle de Compostela, la situación es igualmente alarmante, con un cambio de +10.32 hm³/año en 2020 a -9.83 hm³/año en 2023, lo que representa una caída difícil de dimensionar. Sin embargo, la crisis más grave se presenta en el Valle Ixtlán-Ahuacatlán, que ha experimentado una transformación dramática en sólo tres años: de un saldo positivo de +2.19 hm³/año en 2020 a un déficit preocupante de -22.24 hm³/año en 2023.


Además de los acuíferos más grandes, también se observa una reducción significativa en los acuíferos más pequeños. El acuífero de Isla Madre, en la isla María Madre, por ejemplo, ha visto una disminución del 62 por ciento en su disponibilidad, pasando de 0.81 hectómetros cúbicos anuales en 2020 a sólo 0.31 hm³/año en 2023. Lo mismo ocurre con el acuífero de Santa María del Oro, que ha bajado de 1.62 hm³/año en 2020 a 0.89 hm³/año en 2023. Otro caso preocupante es el de Punta de Mita, donde la disponibilidad ha pasado de 1.02 hm³/año en 2020 a 0.79 hm³/año en 2023.


La crisis hídrica no sólo afecta a los acuíferos, sino también a los cuerpos lóticos del país, como ríos, arroyos y manantiales. En 2020, el 78.95 por ciento de estos cuerpos de agua presentaban altos niveles de contaminación, con un 12.28 por ciento en semáforo rojo, es decir, con niveles peligrosos de contaminantes. Sólo el 8.77 por ciento se encontraba en condiciones óptimas (semáforo verde). Para 2023, la situación no ha mejorado: el 84.93 por ciento de los cuerpos lóticos sigue en semáforo amarillo, un aumento del 7.29 por ciento respecto a 2020, lo que indica una contaminación considerable.
Aunque la proporción de cuerpos en semáforo rojo ha disminuido al 10.96 por ciento, un 11.35 por ciento menos que tres años atrás, lo verdaderamente alarmante es que la cantidad de cuerpos lóticos en condiciones óptimas se redujo drásticamente en un 72.36 por ciento, cayendo a sólo un 4.11 por ciento del total.
Este panorama debe ser considerado como un urgente llamado de atención. La escasez de agua y la contaminación de los recursos hídricos son realidades que ya no pueden ser ignoradas, y las cifras reflejan una situación que empeora de año en año. El Día Mundial del Agua, más que una conmemoración, debe ser un momento de reflexión profunda y de acción inmediata. No se trata sólo de un problema de disponibilidad, sino de justicia social, de preservación ecológica y de garantizar la sostenibilidad del futuro.
Es esencial que, tanto las autoridades como la sociedad, asumamos un compromiso firme con la gestión sostenible del agua. El agua es un recurso finito, y su gestión responsable es la única vía para evitar que esta crisis se convierta en una catástrofe aún mayor. La ONU, a través de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ha planteado metas claras para asegurar el acceso al agua potable y el saneamiento para todos, así como la preservación de los recursos hídricos para las generaciones venideras.