El ronroneo de la rotativa, el olor de la tinta y la llama de las redes sociales recorre la redacción. Un rumor de cambios profundos, como si el viejo reloj de la pared anunciara una nueva era. Hoy comenzamos a grabar un podcast en estas mismas paredes, y con ello abrimos un camino hacia el periodismo que se lee, se escucha y se siente. Ese hecho me provoca un cosquilleo: tal vez estemos frente a la más emocionante de nuestras transformaciones. Pero también la más complicada y compleja.
Hace cuatro semanas, nos propusimos traspasar la frontera de lo que fuimos para aproximarnos a una nueva forma de informar. No olvidamos que en otros tiempos hubo dieciséis periódicos en Nayarit, y ahora nos hemos quedado sin pares, sin hermanos. Sin embargo, nuestro compromiso con la palabra y su enorme poder persiste. Estamos decididos a ampliar nuestros horizontes. Somos peces que no sabemos nadar en las aguas digitales, pero no nos invade el miedo.
La idea de transformación se entiende mejor si imaginamos un círculo que se extiende en todas direcciones. A esto llamamos periodismo 360: no casado con un único soporte, sino capaz de llevar las historias a redes sociales, podcasts, videos y artículos que inviten a la lectura reflexiva. Es un caleidoscopio de propuestas para llegar a cada audiencia, en cualquier sitio y en cualquier momento.
Estamos decididos a ampliar nuestros horizontes. Somos peces que no sabemos nadar en las aguas digitales, pero no nos invade el miedo.
Este impulso nace de la vertiginosa era digital. Sentimos que un duende invisible nos empuja a innovar, pero lo hace sin arrancarnos el rigor ni el poder insustituible de la palabra. Por eso hemos reconfigurado nuestra sala de trabajo, convertida en un laboratorio de contenidos. Aquí se ensartan los titulares, se matiza el color de cada crónica y se perfila el tono de cada voz.
En la actualidad, un lector puede tener sólo minutos para revisar un titular, mientras otros prefieren extenderse en un reportaje denso. Muchos optan por escuchar un podcast al conducir. Nuestro desafío es abarcar todas esas posibilidades sin diluir la esencia del periodismo. Queremos que nadie quede fuera por motivos de tiempo o de preferencias.
Leer, escuchar, ver. Son los ejes que nos impulsan cada día. Como en las bibliotecas de antaño, donde existían micropedias para una consulta rápida y macropedias para un estudio profundo, ahora reproducimos ese espíritu en cada plataforma. Intentamos pasar del resumen al ensayo sin perder coherencia ni sacrificar la calidad de la información.
Si lo explicáramos desde la fotografía, anhelamos un amplio rango dinámico que capte matices, claroscuros y reflejos de la realidad. Con esa misma nitidez queremos narrar lo que sucede en Nayarit, sosteniendo un equilibrio entre la mirada crítica y el optimismo. La verdad es un prisma que refleja múltiples ángulos, y el periodista debe mostrarlos con cuidado.
En cinco semanas, esperamos desembarcar en un nuevo puerto. Para entonces, no habrá vuelta atrás. El escritor Homero Aridjis describió esta determinación en su poema Quemar las naves, cuando sentenció: “para los que van conmigo no piensen que es posible ser lo que antes eran en el país perdido”. Con esa imagen, cortamos las amarras al pasado. No necesitamos aferrarnos a lo que fuimos, sino dar el paso hacia lo desconocido con decisión.
En la actualidad, un lector puede tener sólo minutos para revisar un titular, mientras otros prefieren extenderse en un reportaje denso. Muchos optan por escuchar un podcast al conducir. Nuestro desafío es abarcar todas esas posibilidades sin diluir la esencia del periodismo. Queremos que nadie quede fuera por motivos de tiempo o de preferencias.
Nuestra voz resonará en podcasts, transmisiones en vivo y textos impresos que pasarán de mano en mano. Soñamos con un periódico de siempre renacido en mil formas, cercano a una audiencia exigente y diversa. Queremos que cada persona encuentre su formato preferido, ya sea un hilo narrativo en las redes o un análisis detallado en páginas impresas.
Meridiano se lee, se escucha y se ve. Ojalá quienes nos sigan puedan también sentirlo. En esa comunión de experiencias depositamos nuestra esperanza. Informar con ética, creatividad y sin miedo al cambio es la brújula que nos orienta. Cuando el presente nos empuje a nuevos desafíos, habremos de recordarnos que, a veces, sólo quemando las naves se desata la fuerza de lo que está por venir.