Los incendios forestales se ubicaron, en un dos por tres, en desastres naturales de sumo cuidado para cualquier parte del mundo y en donde no está exento nuestro estado.
Lo que se ha vivido en el municipio de Tepic en los años recientes, pero tan sólo en las últimas semanas, es prueba cruda de los efectos de un cambio en el clima que parece no tener marcha atrás.
Y nos está pegando por parejo: los constantes incendios en el cerro de San Juan y otras montañas que rodean Tepic, o en el basurero El Iztete que se registraron en el 2024 y ya en el presente año, representan no sólo un daño en la naturaleza sino la contaminación al aire que respiramos.
Mucho ayudaríamos como sociedad acatando indicaciones tan simples como no tirar un cigarro encendido, tampoco arrojar al monte objetos de vidrio –ni ningún otro- que puedan provocar un incendio, considerando lo seco del zacate en esta época del año y la fuerza de los rayos del sol, o el fuerte viento en algunas horas del día.
Otra situación que resulta importante es concientizarnos sobre la separación de la basura en nuestras casas, lo que permitirá un mejor tratamiento por quienes trabajan en la recolección y traslado de la misma.
Y es que son de preocupar las nubes de humo que se han mantenido en los últimos días, y que ya vimos hace semanas.
Sobra añadir que las personas que gustan realizar caminatas por el bosque deben tomar precauciones ante un eventual riesgo de ser sorprendidas por algún incendio.
El asunto no debe quedar sólo en manos de las autoridades, de quienes por su trabajo enfrentan los siniestros, sino de una mayor participación de ciudadanos para ir conduciendo a la disminución de los incendios.
* Esta opinión es publicada con autorización de su autor. Oscar Verdín Camacho publica sus notas en www.relatosnayarit.com