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Los valores de la política en un “gobierno suicida”

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En política, los valores son fundamentales para que el ejercicio del poder público sirva a la gente. Cuando el poder se pone al servicio de intereses personales o de grupo, se deja de hacer política y aquello se convierte en negocio privado. Cuando el Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero se refiere a los problemas que aquejan al estado, lo hace de manera directa, sin ambages, sustentado en los valores de la política. De esa manera, cuando transita de las palabras a los hechos, también actúa con firmeza y serena convicción. Por eso el mandatario se ha referido a lo que concibe y describe como “gobierno suicida”.

Los valores son fundamentales en la esfera política. Cuando los valores se ausentan en la esfera pública, lo que se hace son negocios y no servicio público. Los valores no alimentan ni el orgullo ni el valor. Los valores convierten la acción pública en fuerza que limpia, en fuerza que transforma para bien de todos. La forma en la que el Gobernador Navarro Quintero dice y hace, tiene como guía los valores esenciales que dan sentido a la humanidad. A esos valores una y otra vez se refirió el Papa Francisco y desde esa perspectiva puede analizarse el decir y el actuar del mandatario.

La política procura el bienestar de todos. Cuando las acciones de las personas procuran el bienestar personal o de grupos cerrados, la política deja de existir para convertirse en administración privada.

La política infunde fuerza porque se alimenta de convicciones. Esas convicciones se muestran como firmeza que sirve para defender la verdad. En política, la verdad es el bienestar de las personas, de todos. Para defender y construir ese bienestar, es necesario desterrar prácticas propias de lo que los griegos denominaban “idiotes”, la administración de la cosa privada.

La defensa de las acciones concebidas para el bienestar de todos, requiere de acciones claras y presencia de valores. Se requiere lo que algunos llaman “valor”. Valor no en el sentido machista sino en el de su exacta definición, como “Cualidad del ánimo, que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar los peligros”. Es enorme el significado de las palabras del Papa Francisco al decir que “Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas”*.

El gobernante nayarita no oculta ni los problemas que heredó ni los que se han gestado durante su mandato. El Gobernador Navarro Quintero ha afrontado con determinación los problemas que frenan el desarrollo del estado. Se ha referido a esos problemas de manera clara y contundente, con las pruebas de los abusos del pasado. Esos abusos llevaron buena parte del patrimonio de los nayaritas, a manos de personajes que ahora se la viven a salto de mata.

Sí, los valores guían esa enorme experiencia que ha adquirido Navarro Quintero en la fragua de la acción política. Esos valores son los que le dan fuerza a las palabras y a las acciones del titular del Poder Ejecutivo en el estado. Cuando trata de los graves temas que incumben al estado, a los nayaritas, lo hace con firmeza y determinación y de esa misma manera actúa. Así debe ser en la lógica de la congruencia, o como bien sostuvo el Papa Francisco, “Hay que atreverse a hablar de la integridad de la vida humana, de la necesidad de alentar y conjugar todos los grandes valores”**. Esos valores no solamente tienen existencia etérea, sino que se requieren en el plano político de la existencia cotidiana. Lo que da valor a las ideas son las acciones.

A la vez que el Gobernador actúa, también se despliega una intensa actividad que se manifiesta como universo de soluciones a problemas que plantean personas, familias, comunidades enteras. Esa es la razón por la que recorre el estado, para escuchar propuestas, quejas, reclamos, pero también para entregar respuestas.

Para actuar de esa manera no se requiere valor en un sentido vulgar; se requieren valores que guíen a las ideas y para que esos valores den sentido y dirección a las acciones, a los hechos concretos en los que se deben traducir las palabras y los compromisos. La presencia de valores en el desempeño político, no solamente le dan un valor agregado a lo que se hace, sino que le dan la dimensión social que exige la evolución social y personal.

La presencia de valores caracteriza la política como teoría y como praxis. Sin valores no hay política; en el mejor de los casos, lo que podemos observar es ejercicio de poder. Un ejercicio de poder sin valores, lleva al despotismo, lleva al enriquecimiento material enloquecido, lleva a la indolencia social, al imbecilismo orangutánico y al desastre de una sociedad que vive por sus valores y muere cuando sus valores se extinguen.

A lo largo de la historia de Nayarit en su estatus como estado integrante del Pacto Federal, escasamente observaremos figuras como la de Navarro Quintero. Podremos ver en la historia de Nayarit, a nuestro propio Alazán Tostado, a nuestras Esfinges sin Secreto y a nuestras Ollas sin Caldo, pero no a figuras actuando con la determinación y contundencia que solamente pueden originarse con la presencia de valores, con la concepción de la política como teoría y praxis orientadas con proporciones éticas.

Los años que vienen deben ser cuidadosamente atendidos. El estado de Nayarit vive una etapa de Gobierno de Valores. Ni la frivolidad, ni la ambición, ni la política del descarte caben en el futuro del estado. En Nayarit no procede el retrógrada Continuismo, pero reclama Continuidad para el Bienestar. Dicho de otra manera: Nayarit también necesita de un Segundo Piso de Transformaciones. Para Nayarit, se necesita de un Segundo Piso de Transformaciones, sin Espejismos Innecesarios.

* Carta encíclica «Laudato si’», del Santo Padre Francisco (Sobre el cuidado de la casa común). ** Ídem.

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