7.7 C
Tepic
jueves, julio 31, 2025
InicioLetras del directorEl loco de Dios y las periferias

El loco de Dios y las periferias

Fecha:

spot_imgspot_img

“Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso. Pero aquí me tienen, volando en dirección a Mongolia con el anciano vicario de Cristo en la Tierra, dispuesto a interrogarle sobre la resurrección de la carne y la vida eterna. Para esto me he embarcado en este avión: para preguntarle al papa Francisco si mi madre verá a mi padre más allá de la muerte, y para llevarle a mi madre la respuesta. He aquí un loco sin Dios persiguiendo al loco de Dios hasta el fin del mundo.”

Con este texto inicia Javier Cercas su novela sin ficción El loco de Dios en el fin del mundo, que aún no se consigue en papel en las librerías de Tepic y cuyas 500 páginas leeré en formato digital, en aproximadamente 20 horas. El doble del cálculo oficial, pues leo, escribo y trabajo con una lentitud que disfruto.

Leí un adelanto del libro en Gatopardo, esa exquisita revista de periodismo narrativo. Ahí me enteré de que fue invitado por el Vaticano para que escribiera sobre ese viaje sin ninguna restricción, cuando quisiera y en la editorial de su elección. No pudo rechazar la oferta.

Es, seguramente, una mirada al pontífice particularmente interesante. Cubre el viaje a Mongolia, país budista, con tres millones de habitantes y apenas mil quinientos católicos. Una presencia en la periferia religiosa.

Recuerda Cercas que, cuatro días antes de ser electo papa, el argentino dijo a los cardenales en precónclave: “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas sino también las existenciales: las del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria”. Son dos periferias: la geográfica y la religiosa. Lugares “donde Dios es un Dios ausente”.

Cierro la referencia al autor con este fragmento, debidamente entrecomillado: «Francisco aún añadiría una tercera: la periferia social, el lugar de los desheredados de la tierra. Esa triple periferia es el núcleo de la Iglesia de Francisco. ‘Si la Iglesia se desentiende de los pobres’, declaró en 2020, ‘deja de ser la Iglesia de Jesús y revive las viejas tentaciones de convertirse en una élite intelectual o moral’ ”.

Mi historia personal me vuelve sensible a los temas religiosos, sea cual sea su signo, desde la simpatía hasta el franco rechazo. Sin embargo, el Papa y su Dios no son el motivo principal de mi interés por este libro. Las pocas páginas que he leído me prometen algo valioso: comprender esa inclinación -personal y colectiva- a quedarnos en nosotros mismos. A no salir, a no ir hacia las periferias.

Los científicos en sus burbujas, muchas veces doradas; las universidades; los intelectuales; los escritores; los medios de comunicación; los periodistas; los partidos políticos -gobernantes u opositores-; los políticos en la cima del poder; los dueños del dinero; las iglesias; las ideologías… todos y todas pecamos de egocentrismo. En la negación de las periferias nos mostramos ciegos ante la otredad. Nos constituimos en élites soberbias. Olvidamos que la élite, por derecho propio, es estéril. Porque la vida propia toma sentido en el viaje a las periferias: uno que comienza con equipaje ligero y regresa cargado, siempre distinto, siempre enriquecido.

Más artículos

Artículo anterior
Artículo siguiente

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí