Hoy en día la conectividad ya no es un lujo, sino un reflejo de la vida diaria. Navegar por la red, chatear, ver videos o hacer una compra en línea son actividades cotidianas para 100.2 millones de personas, es decir, el 83.1 % de la población de seis años y más. Esta cifra representa un paso más en el avance digital del país, que suma 7.5 puntos porcentuales desde 2021. Pero, aunque el internet llega cada vez más lejos, sus caminos aún son desiguales.
La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2024 traza un mapa que muestra tanto progreso como contrastes. Si bien el uso de internet creció tanto en ciudades como en zonas rurales, el terreno sigue siendo desigual: mientras que en zonas urbanas el 86.9 % de la población se conecta, en áreas rurales lo hace solo el 68.5 %.
Los jóvenes siguen marcando el paso digital: el grupo de 18 a 24 años no solo es el más conectado (97.0 %), sino también el que más horas pasa en línea, con un promedio de 5.7 al día. Del otro lado del espectro, los mayores de 65 años apenas alcanzan un 42.1 % de conectividad, con tres horas diarias de uso.
En cuanto al lugar de conexión, el hogar es el rey: 95.1 % de las personas se conecta desde su casa. Aun así, el uso del internet en sitios públicos, escuelas y casas ajenas ha disminuido. La movilidad digital —esa libertad de conectarse desde cualquier sitio— se ha reducido: el acceso mediante datos móviles cayó 4 puntos respecto al año anterior.
Y mientras el celular inteligente reina como el principal dispositivo de acceso (97.2 %), las computadoras pierden terreno. Solo el 35.9 % usa una computadora para conectarse, una caída notable que plantea preguntas sobre el tipo de interacción que tenemos con el conocimiento y el trabajo.
Los hábitos en línea también hablan de quiénes somos: el internet se usa principalmente para comunicarse (93.0 %), entrar a redes sociales (90.4 %) y entretenerse (89.0 %). Pero también crecen los usos “serios”: cada vez más personas compran en línea (35.8 %), hacen pagos o realizan operaciones bancarias desde la comodidad de su casa. Los productos más adquiridos: artículos de higiene personal, cosas para el hogar y alimentos. Libros y refacciones, los menos.
Sin embargo, el mundo digital mexicano sigue marcando diferencias profundas entre lo urbano y lo rural. En las ciudades, el internet se usa con más frecuencia para acceder a contenidos audiovisuales, hacer compras o incluso leer. En el campo, estas actividades son mucho menos comunes. La diferencia más significativa está en los pagos en línea: una brecha de más de 20 puntos porcentuales entre ambos contextos.
Por entidad, Sonora, Quintana Roo y Baja California Sur lideran la lista de conectividad; Chiapas, Oaxaca y Guerrero se mantienen al final del ranking, tanto en usuarios como en hogares conectados. No es casualidad: estos estados son también los que reportan menor uso de celular y menor presencia de dispositivos inteligentes.
En los hogares, la revolución digital también es visible. Casi tres de cada cuatro ya tienen acceso a internet. El streaming crece en la ciudad, pero disminuye en el campo. Y si bien el televisor sigue siendo omnipresente (90.2 % de los hogares tiene al menos uno), cada vez más de estos aparatos son inteligentes. Hoy, 74.1 % de los hogares ya cuenta con uno. Hace apenas un año, era 68.7 %.
¿Y la televisión abierta? Aunque sigue viva, pierde fuerza: su audiencia disminuyó casi 4 puntos porcentuales en un año. El radio, con 30.8 % de usuarios, tampoco escapa al declive.
En suma, el México digital avanza con firmeza, pero no sin tropiezos ni brechas. La conectividad crece, pero también las diferencias: por edad, por género, por territorio. La red se extiende, pero no siempre llega con la misma intensidad. Porque, aunque el siglo XXI ya vive en línea, no todos pueden decir que tienen una conexión estable con el futuro.