Elecciones (?) Farsa, farsa y farsa.
Así comenzaba una nota del semanario El Tepiqueño allá por el 23 de junio de 1894, con tono más teatral que noticioso, como si dijeran:
¿Esto es una burla, una sátira, o sólo estaban jugando al periodismo decimonónico?
Resulta que anunciaban elecciones primarias para magistrados, fiscales y procurador general de la nación… ¡pero en los siguientes números del semanario, ni pío!

Desapareció la noticia como magistrado incómodo en sexenio nuevo.
¿Será que sí hubo elecciones? ¿O fue puro chisme de esquina colonial?
Pero ojo, mis estimados, esto no es sólo historia curiosa.
Es el reflejo de cómo ha cambiado el juego para elegir a quienes imparten justicia en México:
En 1857: voto indirecto… como pasar la voz por carta.
En 1917: que decida el Congreso… ¡y el pueblo ni en la banca!
Y ahora, en 2025: ¡voto popular para jueces y magistrados! —sí, como si fuera el casting de La Voz Judicial.
Unos aplauden: “Por fin, justicia electa por el pueblo”. Otros sudan frío: “¡Ay no, la toga no se mezcla con el TikTok electoral!”.
A lo largo de los siglos —del “verificativo” al “en vivo”, de las esquinas con listas a los reels y hashtags—, México ha buscado cómo elegir a quienes juzgan.
Y aunque la forma cambia, la pregunta persiste: ¿Queremos jueces independientes… o jueces populares? ¿Justicia técnica… o justicia con “me gusta”?
Lo único cierto es que, si no participamos, nos toca gritar después:
¡Farsa, farsa y farsa! como en 1894, pero con más Wi-Fi.