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jueves, julio 10, 2025
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La casta dorada del SPAUAN: decadencia, dinero y desesperación

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El naufragio de “Unidad Sindical” y el miedo al juicio moral. Pancho Haro y su laberinto financiero de 70 millones. Reclasificaciones ilegales: los privilegios del compadrazgo sindical. Silencios, chantajes y la herencia del pacto con Nacho Peña

No es solo una elección sindical, es el ajuste de cuentas moral de una comunidad harta de simulación. A dos días del cambio de dirigencia en el SPAUAN, la estructura construida durante más de una década por Francisco Haro Beas se resquebraja como templo viejo. La planilla oficial “Unidad Sindical”, encabezada por Jorge González —el mismo que ha transitado cómodamente por todos los recovecos del poder sindical desde hace 12 años— intenta sostener un edificio colapsado con promesas huecas y amenazas a media voz.

Y es que la desesperación no se disimula: el aún secretario general, Pancho Haro, ha pasado del chantaje moral al delirio discursivo. Ha acusado sin pruebas al Gobierno del Estado, a partidos políticos, al grupo Álica, y hasta a “la maña” de financiar al candidato opositor. Una cortina de humo más que revela la auténtica razón de su nerviosismo: el miedo a que le pidan cuentas. Y con justa razón. Porque detrás de su gestión hay un olor rancio de corrupción que ya no puede ocultarse.

El naufragio de “Unidad Sindical” y el miedo al juicio moral

La narrativa victimista de Haro Beas ha sido desnudada por los hechos. Su candidato, Jorge González, simplemente no prendió. El respaldo interno se erosionó día con día, al mismo ritmo que crecieron los deslindes de quienes ya no quieren cargar con el descrédito de un cacique sindical en decadencia. Y no es para menos. La campaña oficialista de Jorge González, que representa la continuidad no fue propuesta, fue amenaza. No fue discurso, fue un claro chantaje.

Hoy, jubilados a quienes se les negó el derecho pleno a su indemnización (recordemos: hasta el 50% les fue arrebatado en colusión con el exrector Jorge Ignacio Peña) fueron presionados para pagar “favores” que en realidad fueron derechos laborales. Pancho Haro quiere que le agradezcan lo que por ley les correspondía, como si fuera un dios menor del sindicalismo universitario. Igualmente están presionando y chantajeando a los ahorradores de la Caja de Ahorro del SPAUAN, que son deudores de préstamo, en una inmoral y total acción mezquina, de condicionarles el pago de su deuda para votar por Jorge González.

Pancho Haro y su laberinto financiero de 70 millones

La cifra es brutal: más de 70 millones de pesos pasaron por las manos de Pancho Haro durante su mandato. ¿Y qué se hizo con ellos? No hay informes financieros públicos, no hay auditorías accesibles, no hay claridad. Solo hay silencio. Y un silencio que duele.

Esos recursos provinieron de cuotas sindicales, rentas de locales, subsidios institucionales y apoyos directos. Pero cuando se le ha preguntado al secretario general cuánto se gastó, en qué y con qué respaldo, la respuesta fue el mutismo absoluto. Los únicos apoyos visibles en las unidades académicas eran simbólicos: diez mil pesos para festejos del Día del Maestro, otro tanto para la posada. ¿Y el resto?
A la opacidad se suma el estilo de vida de Haro Beas. Propiedades en Ciudad del Valle, Xalisco, Guadalajara, Compostela, La Yesca… ¿Puede alguien justificar ese patrimonio con un salario universitario promedio? No es empresario, no es inversionista. Es —y ha sido siempre— parte de la nómina académica. ¿Entonces?

Es simple, el miedo a ser auditado lo silenció cuando la SEP y la ASEN empujaron recortes al Contrato Colectivo. Haro calló porque sabía que, si hablaba, se abría la puerta a revisar su historial financiero. Y ese miedo lo llevó a traicionar los derechos del gremio, justificando como “excesos” las cláusulas que él mismo había jurado defender.

Reclasificaciones ilegales: los privilegios del compadrazgo sindical

Quizá el acto más descarado del régimen Haro-Beas fue el reparto de reclasificaciones ilegales. Más de cien movimientos fuera de convocatoria, sin méritos académicos, sin concursos, fueron otorgados por dedazo. ¿Los beneficiarios? Exdirectores, exsecretarios seccionales y operadores políticos del oficialismo universitario.
Casos concretos, como el de Amarna Arreola, exdirectora de la UACBB, y Carlos Montes, exdirector de la Preparatoria 10, son solo la punta del iceberg. Las reclasificaciones ocurrieron mientras la UAN tenía firmado un convenio con la SEP para no mover la nómina. Lo sabían. Aún así lo hicieron. ¿Por qué? Porque el poder que no se fiscaliza se convierte en botín.

El brazo financiero de estas operaciones fue Juan Carlos Mariscal Haro, sobrino de Pancho y entonces secretario de Finanzas bajo el exrector Nacho Peña. Un trío que trabajó al margen de la ley y al centro de sus propios intereses. Un clan más preocupado por conservar privilegios que por construir un sindicalismo digno.
Hoy se quiere maquillar esto como “ataques personales” o incluso “violencia de género”. Falso. Lo que se denuncia es corrupción. Y eso no tiene género, tiene nombre y tiene firma.

Silencios, chantajes y la herencia del pacto con Nacho Peña

Francisco Haro no tuvo peso político propio. Su ascenso fue gracias a su alianza con Nacho Peña, el exrector que dejó a la UAN endeudada hasta el tuétano con el SAT, INFONAVIT e IMSS. Su sobrino operó las finanzas mientras Pancho tejía redes de complicidad en el sindicato. Años de poder sin contrapeso dieron como resultado una estructura corrupta, elitista y profundamente antidemocrática.

Hoy, sus operadores de la planilla que representa Jorge González, quieren continuar con esa herencia tóxica, ya tienen 12 años en el Sindicato y son los mismos integrantes, solo cambiaron posiciones. Mienten a los nuevos docentes, se presentan como defensores del gremio cuando han sido verdugos encubiertos. Se presentan como salvadores de derechos que ellos mismos mutilaron. Se presentan como renovadores cuando son, todos, los mismos desde hace doce años.

La comunidad universitaria debe mirar más allá del discurso. La pregunta es clara: ¿qué han hecho con su poder? La respuesta también: protegerse, enriquecerse y perpetuarse. Ya no más. Va.

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