El parque funerario Jardines de San Juan recibió entre 12 mil y 13 mil visitantes con motivo del Día del Padre. Desde temprana hora, familias completas acudieron al lugar para honrar la memoria de sus seres queridos, llevando flores, mensajes y oraciones que transformaron el camposanto en un espacio de reencuentro y homenaje colectivo.
“Parece que todavía no logramos darnos cuenta que ya no está aquí”, compartió Joan Ibarra al recordar a su padre. Pedro Olivares, por su parte, habló del esfuerzo que representa mantener vivo el legado de su hermano a través del cuidado de su sobrino. “Fue muy difícil para él perder a su papá”, expresó.
La jornada incluyó una misa solemne en la que se mencionaron aniversarios luctuosos y se elevaron plegarias por los padres fallecidos. Las alabanzas litúrgicas fueron interpretadas por un mariachi, generando momentos de gran emotividad entre los asistentes. “Para Jardines de San Juan es un honor cuidar los sentimientos de las familias que nos visitan”, dijo Miguel Ángel Mota, gerente general del parque funerario.
Durante las ceremonias, muchos asistentes compartieron recuerdos de las celebraciones en vida. Vicenta Guzmán del Villar recordó cómo festejaban con su esposo: “Abrazos, flores, regalos, desayuno, comida y cena en casa… me dejó una familia grande”. Yesenia Loreto subrayó la importancia que su padre daba a la unión familiar: “Todos los domingos eran fiesta, aunque no hubiera motivo”.

Uno de los momentos más significativos fue el Rosario Viviente, en el que los fieles formaron con globos biodegradables las cuentas del rosario, mientras rezaban comunitariamente. “Se trata de mandar un mensaje al cielo: ‘gracias, te amo, te perdono, perdóname’… cosas que muchas veces no decimos en vida”, explicó Mota.
El gesto fue interpretado como una forma simbólica de conexión espiritual con quienes ya no están. “Yo tengo la idea de que ellos andan con nosotros”, afirmó Vicenta Guzmán. Joan Ibarra coincidió: “Creo que no se van nunca, viven en lo que seguimos haciendo bien”.
El evento fue, en suma, un testimonio del vínculo persistente entre padres e hijos, incluso después de la muerte. Para muchas familias, recordar a papá no es solo un acto de nostalgia, sino una forma de reafirmar valores y afectos que siguen presentes en la vida cotidiana.