¡Noticia de última hora!
Encuentran un esqueleto sepultado en la Catedral de Tepic. Y no, no era del albañil que prometió regresar “mañana” a terminar la obra.
El 12 de mayo de 1894, el semanario El Tepiqueño reportó lo insólito: Durante la instalación de un pararrayos en la Catedral (ese coloso de piedra que vigila la ciudad con cara de “yo he visto tantas cosas”), apareció un esqueleto humano.
¿Dónde? Entre el templo y la capilla, a casi dos varas de profundidad… o sea, 1.67 metros. Más o menos lo que mide un secreto bien enterrado. Algunos murmuran que podría tratarse del coronel Hernández, caído en las revueltas del temido Manuel Lozada, el Tigre de Álica. Pero nadie confirma nada.
Y a propósito de pararrayos, se advertía con fino humor decimonónico: “Bueno sería que aquellos que los tienen en sus casas se convencieran de su buena disposición… pues sabido es que los mal puestos… son agentes de la muerte.”
Más de un siglo después, la Catedral de Tepic sigue siendo noticia. Tras el sismo de 2022, la restauración de sus torres se ha prolongado. Se esperaba terminarlas en 2024, pero, como ocurre con los viejos secretos y las piedras antiguas… siempre hay algo más debajo.
La Catedral no es sólo un edificio, es un cuerpo con memoria: envejece, tiembla, esconde huesos y renace. Es un archivo emocional, político y simbólico. De refugio en tiempos de guerra, a fondo de pantalla de turistas con elote en mano.
¿Tú también has sentido que la Catedral de Tepic guarda más historias que el Archivo General del Estado… y quizá, hasta más secretos que tu ex?
