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viernes, agosto 1, 2025
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Un binomio poco habitual: Trinidad-deporte

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Ponerse a escribir acerca del binomio ―”no precisamente habitual”― Trinidad-deporte en medio de conflictos entre binomios a nivel local, nacional, binacional y global requiere una buena dosis de valor y otra buena dosis de toma de distancia de esos binomios no solo conflictivos, sino explosivos que requieren, sin duda, tratamientos serios, amplios, profundos, y dirigir la atención hacia ámbitos de realidad que, sin negar que puedan resultar enajenantes, son capaces de mostrar que, a pesar de todos los pesares, sigue habiendo luces encendidas en medio de la oscuridad y que la unidad en la pluralidad, en la diversidad e, incluso, en la contrariedad, no solo es posible, sino real…

Para no perder la costumbre, antes de referirme a ese binomio poco habitual que da nombre a estas “palabras”, intentaré esbozar una visión panorámica de lo acontecido en “el ancho mundo del deporte” a lo largo de la semana…

¿Por dónde comenzar?

Por los dos eventos futbolísticos que se están desarrollando simultáneamente en el vecino país del norte, en un contexto de redadas que, en algunos casos, han afectado seriamente la presencia de inmigrantes ―indocumentados, e incluso, documentados― a partidos que, en otras circunstancias, habrían logrado llenar estadios con amplio aforo y, consecuentemente, llenar las arcas de los organizadores y de las televisoras que compraron los derechos de transmisión. Obviamente, me refiero al Mundial de Clubes, organizado por la FIFA y a la Copa Oro, organizada por la Concacaf…

Hasta el momento de escribir estas “palabras”, dos de los cuatro grupos han concluido la primera ronda de la Copa Oro, en la que participan 15 equipos de América del Norte, Centroamérica y del Caribe y la selección de Arabia Saudita que participa como invitada en esta ocasión y, en ambos casos, han clasificado los equipos que se esperaba que calificaran: México y Costa Rica en el Grupo A; Estados Unidos y Arabia Saudita, en el D, quedando pendiente el tercer partido en los grupos B y C.

En cuanto al Mundial de clubes ―en el que participan, por primera vez 32 equipos de las seis confederaciones afiliadas a la FIFA―, lo primero que hay que decir es que ha despertado un mayor interés que la Copa Oro y que, ya en la primera ronda, ha ofrecido partidos interesantes en los que no han faltado algunas sorpresas dignas de mención como el empate entre el Al Hilal y el Real Madrid, la victoria del Botafogo sobre el PSG y el empate del Monterrey con el Inter de Milán…

Cuando apenas se han disputado dos partidos por equipo, no llama la atención que el Bayern de Múnich, la Juve de Turín y el Manchester City tengan seis puntos y encabecen sus grupos respectivos, pero sí sorprende que el Botafogo de Río de Janeiro, tras su triunfo sobre el PSG, esté en las mismas circunstancias; que el Flamenco, gracias a su victoria sobre el Chelsea, ocupe el primer lugar de su grupo y que en el grupo en que está el Pachuca, el Real Madrid y el RB Salzburg estén empatados en el primer lugar con cuatro puntos.

En el denominado “deporte blanco”, el pasado domingo se disputaron las finales de los dos torneos que preparan el torneo de Wimbledon [el único que conserva la tradición del blanco en la indumentaria de las y los competidores]: el ATP 500 de Halle, Alemania y el ATP 500 del Queen’s Club de Londres.

En el torneo llevado a cabo en tierras germanas, el kazajo Aleksandr Búblik obtuvo el título venciendo al ruso Daniil Medvedev 6-3 y 7-6, mientras que en el abierto londinense fue el español Carlos Alcaraz quien pudo levantar la Copa de campeón después de vencer al checo en tres sets: 7-5, 6-7 y 6-2.

Sin embargo, muy probablemente, el evento deportivo más relevante del fin de semana fue el séptimo partido de las finales de la NBA en el que el Thunder de Oklahoma logró el campeonato 2025 al derrotar en un partido disputado hasta cerca del final que se decantó por el equipo que había conseguido ya el título de la Conferencia del Oeste con un marcador final de 103-91 y que ahora tendrá ya en sus vitrinas el primer trofeo de la NBA con esa denominación, ya que bajo el nombre de Seattle SuperSonics lo había obtenido en 1979…

Como era de esperarse, el canadiense Shai Gilgeous-Alexander se quedó con el trofeo para el jugador más valioso [MVP] de estas finales, siendo el décimo jugador en lograr ser considerado tal en la temporada regular y en las finales…

¿Y el binomio Trinidad-deporte?

Esta referencia me remite a un binomio que ha estado presente entre mis más grandes amores pero que nunca había visto como tal y que he de agradecer al Papa León XIV el que me haya ayudado a develarlo con la homilía que pronunció en la Eucaristía del domingo 15 de junio ―día de la Solemnidad de la Santísima Trinidad― en que se celebraba, coincidentemente, el Jubileo del Deporte.

En su alocución, el Papa hace mención de ese binomio y afirma que, aunque “no es precisamente habitual”, “dicha asociación no es absurda” ya que “toda buena actividad humana lleva consigo un reflejo de la belleza de Dios, y sin duda el deporte es una de ellas”.

Y que eso es posible porque “Dios no es estático” y porque “algunos Padres de la Iglesia hablan incluso, con audacia, de un “Deus ludens”, de un Dios que se divierte”.

De ahí que el deporte pueda verse, desde esa perspectiva, como un “locus theologicus” que transparenta el “rostro lúdico” de Dios, como una actividad que es capaz de conducir a la mostración de lo trascendente [epi-fanía]; a la mostración de Dios [teo-fanía] y ―tomando con toda seriedad las palabras de León XIV―, a la “fanía trinitaria”, a la mostración de la Trinidad misma que es “comunión, relación viva entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que se abre a la humanidad y al mundo”; que es “una danza de amor recíproco”…

En los goles del Real Madrid contra el Pachuca; en el casi-gol de Raúl Jiménez atajado por Keylor Navas; en el gol anulado a Santi Giménez; en las jugadas increíbles de Carlos Alcaraz, en el ir y venir de Pacers y Thunder en el deporte ráfaga muestra su rostro el “Deus ludens”…

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