En el ciclo actual pueden distinguirse tres momentos: un inicio con precios altos, una caída abrupta y una fase crítica en la que, aun con la fruta madura, el corte ya no es rentable.
En Santiago Ixcuintla y municipios cercanos, el precio del mango ha caído de forma drástica en las últimas semanas. Productores que iniciaron la temporada vendiendo cajas de 30 kilos a 140 o incluso 160 pesos, vieron una baja a 90 pesos en pocas semanas. Hoy apenas reciben 45. Y tras descontar el costo del corte y el traslado, les quedan 25 pesos por caja. En muchos casos, con esos márgenes, ya no se justifica cosechar. El mango se queda en el árbol y se pierde.
“Es una cosa triste”, dice Jesús Tabuyo, productor de la región. Señala que aunque hay fruta de calidad para exportación, ésta no está saliendo al mercado internacional. “Dicen que no se la están llevando por culpa de Trump y los aranceles. No sé si sea verdad, pero el mango se está yendo a jugueras”, comenta.
En efecto, buena parte del mango Kent, que al inicio se colocaba a buen precio, ha sido desviado para procesamiento industrial. Y el mango Tommy, más común pero menos valorado, se está quedando en las huertas. “Ahí está el mango, colgado. Se va a perder”, advierte Tabuyo.
La situación afecta directamente a cientos de familias que dependen del cultivo para sostener el ciclo agrícola. Sólo una fracción mínima, de fruta con peso superior a los 350 gramos, logra colocarse en Canadá, a un precio de 60 pesos por caja. Pero también ahí, al sumar corte y flete, la ganancia es escasa.
Los productores denuncian que no tienen claridad sobre quién fija los precios ni cómo se distribuye la fruta. Algunos apuntan que las empresas exportadoras han dejado de operar con regularidad o que colocan intermediarios sin transparencia. “Los compradores le echan la culpa al gobierno de Estados Unidos, pero nosotros no sabemos. Lo único que vemos es que la fruta se está perdiendo”, concluyen.