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domingo, agosto 10, 2025
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La gentrificación o nada es para siempre

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Este fin de semana, incorporamos a nuestro vocabulario, al tema de café y seguramente a la agenda política: la gentrificación, un término que acuñó Ruth Glass, socióloga británica para hablar de la gente que llegaba a Londres, desplazando a los locales, pero que en realidad es una movilidad que se pierde en el tiempo y que encuentra una expresión con los chinos que se desplazaban a otros lugares del mundo en la búsqueda de otras tierras y otras aguas para explotarlas, para comerciarlas y luego, planear a dónde continuar desplazándose. Así llegan los orientales a Mexicali, a Mazatlán, a Santiago Ixcuintla desde donde se internan hacia la Isla de Mexcaltitán para fundar la Casa China y donde comercializan el pescado que enseñaron a conservar a los isleños para posteriormente migrar a Guadalajara y a la hoy Ciudad de México,  dejando como estela, técnicas de pescar, nuevas formas de transformación artesanal y la inclusión de recetas cocinas que incorporaron las familias mexcaltecas.

El pasado sábado en la capital mexicana, después de ver cómo jóvenes se manifestaban a gritos xenofóbos, quebrando cristales y haciendo consignas contra los vecinos del norte, argumentando que desde su migración digital y poder económico han venido a encarecer el territorio chilango, lo que de entrada me parecía muy ligero el argumento que corroboré al conversar con un amigo economista. Si hay que repartir culpabilidades, pues también se llevan su tajada quienes no legislan, no aplican y no les interesa darle orden al urbanismo. Los impuestos pesan. Pero ahí no paró mi asombro cuando fui advertida que la supremacía económica no es necesariamente la que empuja la gentrificación pues ahí está el desplazamiento migratorio mexicano de personas de bajos o sin ingresos económicos que llegaron a California, originando una especie de sincretismo cultural: tomaron y aportaron, originando una nueva identidad: los chicanos,  los pochos y los méxico-americanos que dan como resultado bicultural al ver mexicanos buscando su hamburguesa en McDonald de cualquier ciudad y gringos buscando El Pollo Loco, surgen El Taco Bell y los tamales en food truck del Este de Los Ángeles, pero también reclamándolos en Huntington Beach. ¿Gentrificación o colonización global? ¿Es posible detener este fenómeno con protestas? ¿Están dispuestos lo gobiernos de cada país, estado o ciudad crear políticas públicas que protejan los derechos de los residentes afectados por la disparada plusvalía de los terrenos y estratosféricas rentas…y más allá, habrá alguien que evite el desplazamiento? Lo que estamos viendo y viendo en la frontera, no es eterno, creo.

San Francisco, California o San Pancho,  el primero al norte de California, el segundo al sur de Nayarit, pero ambos con una ventana al Océano Pacífico, son dos ejemplos diversos pero que son considerados puntos de gentrificación que obedecen a la creciente integración de las economías del mundo: Barcelona, Madrid, Amsterdan, San Miguel de Allende, las colonias Roma, la Condesa, San Blas, Punta de Mita, Sayulita, pueden ser otros buenos ejemplos de puntos de encuentro para las y los residentes pasajeros atraídos por su cultura, por el clima,  por los atractivos naturales o por la flexibilidad de las leyes que han venido llegando y seguirán, supongo yo, salvo en casos como Mónaco donde ni te puedes ciudadanizar ni fácilmente adquirir una propiedad. En los casinos, además de apostar fortunas, apuestan a que ningún extranjero se queda ahí, solo sus cuentas bancarias.   

Hoy, ante las recientes políticas migratorias, ahí están nuestros migrantes que llegaron por tierra, agua y aire como braceros, con y sin visa y, que voluntaria u obligadamente, ahí están retornando al país de origen, ratificando aquello que la gentrificación es temporal o lo que es lo mismo: Nada es para siempre, ni la gentrificación. Lo único cierto es la movilización y la mutación a una forma de neo colonización.

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