El país y el mundo atraviesan por una profunda crisis en la esfera de la competencia política. Se habla de la necesidad de “elevar la calidad del debate”. Pero, ¿cómo debatir con quienes buscan los reflectores en la estridencia y la banalidad? Como cajas vacías habría que concebir, hoy más que nunca, las denominaciones ideológicas. ¿Izquierda y derecha?: eso son, cajas vacías, cajones de sastre en las que cabe todo tipo de sobrante retórico. ¿Quién no conoce la historia de un singular socialista como Adolfo Hitler? Hitler militó, dirigió y convirtió en partido único al Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (de ahí el adjetivo “nazi”, organismo heredero del Partido Obrero Alemán fundado en 1919, año en el que, por cierto, también se fundaba en México el Partido Comunista).
La historia del “socialismo real” es una película de terror. Ejemplo de ello es Pol Pot, que luchó al lado de Ho Chi Minh y que dirigió el Partido Comunista Khmer en Camboya, posee una historia verdaderamente terrorífica. La izquierda la representaba Pol Pot, aunque manteniendo a su país y la región entera en medio de un gran mar de sangre.
Este es parte de un texto publicado en la revista Gente, allá por 1977, en el que se describe lacónicamente una foto del infierno del Khmer Rojo: “Se calcula que un millón de personas han muerto. Un millón de cadáveres son la columna vertebral de esta realidad atroz. Pero, ¿por qué hay tanto silencio en torno a Camboya? ¿Por qué únicamente los testimonios de algunos refugiados, las notas periodísticas de “Le Point”, de París, algunos relatos orales y algunas fotos borrosas y desgarradoras son las únicas voces que se alzan contra tanto crimen?”
La verdad es que sobran ejemplos de los excesos en los que han incurrido las supuestas “izquierdas” (y los excesivos silencios de las ‘derechas’). Por lo menos eso es lo que tenemos como producto de las denominaciones que vagaron libremente a lo largo del siglo XX.
En el caso de lo que ocurrió en la desaparecida Unión Soviética (ex URSS), todos sabemos de los grandes crímenes cometidos por el “Tío Pepe”. De hecho en la historia de México podemos encontrar una relación estrecha entre el nombre de Stalin y el de León Trotsky, entre el victimario y la víctima a quien no se le perdonó ni en el destierro.
Un recuerdo más. De nombre Benito Mussolini, hijo de un obrero anarco-socialista, también optó por un socialismo ecléctico que lo llevó a convertirse, como siempre a partir de las fuerzas que mueve la fortuna, a convertirse en un tirano. En esa aventura podemos rastrear al nombre de un genio de las letras inglesas como Ezra Loomis Pound, quien desde su sensibilidad izquierdista apoyó la causa fascista de Benito Mussolini.
La verdad es que las etiquetas se han extraviado y no se pierde nada porque son inútiles. ¿De qué sirve autodefinirse como izquierdista, como jacobino, si da lo mismo actuar como derechista o como girondino? Para colmo, si a quienes se declaran de izquierda los interrogamos en ese sentido, ¿qué vamos a encontrar?, ¿un discurso neomarxista?, ¿un discurso francamente comunista?
Ahí está la historia, que nos muestra que para ser de izquierda no se ocupa declararse como tal. Tampoco es necesario declararse como de derecha para actuar en esas coordenadas. De hecho, hay ejemplos de sobra que nos hablan de cómo han actuado de manera conservadora los liberales, y de cómo los liberales se han cerrado conservadoramente frente al devenir.
Hoy conviene preguntarnos, ¿qué significa ser de izquierda y qué ser de derecha? Sería sumamente gracioso someter a un intenso interrogatorio ideológico a las monas vestidas de seda, a los beverlyricos de la “política” que vemos de manera cotidiana.
La verdad es que muchos de los protagonistas “políticos” actuales no podrían dar una respuesta a una pregunta de corte ideológico. La verdad es que no se deben esperar respuestas en la esfera de lo ideológico y ni siquiera en la de lo político. De la misma manera, a estas alturas ya debiera estar claro que frente a eso no hay confusión, dicho sea, en la misma lógica del razonamiento sartoriano.
Hoy, hablar de izquierda y derecha, de “centro”, implica hablar de la nada, de esas cajas vacías a las que hacía referencia Ortega y Gasset. Hay protagonistas “políticos” que son eso, cajas vacías esfinges sin secreto. Para darnos una idea de si existe o no una actividad ideológica, podríamos preguntarnos, ¿es de izquierda o de derecha tal o cual protagonista? Para ser de izquierda o de derecha ¿basta con autodefinirse como tal? La evidencia de décadas nos demuestra que no basta declararse como izquierdista para ser de izquierda.
Las izquierdas que en América Latina nacionalizan, contrastan con la izquierda china que privatiza a ritmo superior al que lo han hecho los “neoliberales”. Las derechas en 2025 apuestan a la publicidad para convencer a la población para que voten por ellos, por quienes los desheredan y los matan de hambre y abandono. Lo que hoy vemos es un mundo en el que los pobres, los trabajadores, podrían empeorar su condición de vida. El escenario de esa crisis: mentecatos y zafios multimillonarios que juegan a hacer política.
La izquierda y la derecha son denominaciones útiles, o más bien, pueden serlo. Izquierda y derecha sí contienen significado, aunque otros hayan vaciado las denominaciones de ese contenido político. La ausencia de verdaderas izquierdas y derechas es causa y efecto, a la vez, de la fase depresiva por la que atraviesa el ciclo de la política. En los tiempos de crisis dentro de la esfera política, en las que cualquiera resulta ser “político”, las ideologías se vacían de contenido. Y lo que vemos, son denominaciones “ideológicas”, de izquierda y de derecha, como simples cajas vacías.