¿Cuántas veces hemos escuchado del Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero, afirmar que el poder es humildad? Quienes conocen al mandatario estatal, saben que la humildad siempre ha sido parte de su personalidad. Quienes lo conocen desde hace décadas también saben que, así como tiene mano izquierda, también muestra mano firme en su proceder. Pobres de aquellos que confunden la buena fe del gobernante, con otras cosas que nada tienen que ver con la honorabilidad y el poder de la palabra. La buena voluntad no es muestra de cobardía y menos de vileza.
Esto viene al caso en razón de las declaraciones hechas por la presidenta Claudia Sheinbaum en torno a la sanción decretada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) contra Karla María Estrella Diana que publicó en “X” que Karina Samaniego habría obtenido su candidatura “por intervención de su esposo”. Para la presidenta la determinación del TEPJF “es un exceso”. Para la presidenta Sheinbaum, la sentencia del tribunal “Es un exceso; el poder es humildad, no es soberbia. Entonces no está bien esta exigencia de que por 30 días te disculpes”. La persona que lleva por nombre Karla María Estrella Diana, es una ciudadana en pleno ejercicio de la libertad de expresión. Recordemos que la libertad de expresión es un derecho humano que asiste a todas las personas en el país.
El artículo 22 de la Ley de Leyes, dispone que la prohibición de “las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales”. Y añade: “Toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado”. En este caso, la infamia contra la sancionada se manifiesta con un castigo que la deshonra y la denigra. Es pena inusitada en tanto que no es usada, en la medida que es desacostumbrada. Es trascendental la pena impuesta dado que puede sentar precedente para otros casos en el futuro, y en los que cualquiera podría ser afectado. La desproporción es ostensible si consideramos que, como lo declaró la Presidenta Sheinbaum, el asunto pudo zanjarse con una simple aclaración: “si alguien ofende o dice una mentira, pues aquí hay que aclararla”. Dicho de otro modo: en política es necesario tener piel de hierro.
Por las oficinas gubernamentales suelen pasar personas con vocación de servicio, afables. Creo firmemente que la mayoría de las personas que atienden en oficinas de gobierno son buenas personas, no arrogantes y que no llevan los problemas de su casa al trabajo y los del trabajo no los llevan a su casa. No obstante, de que los hay arrogantes e imbéciles, los hay. Todos hemos visto pasar por el gobierno a muchos imbéciles. La humildad es propia de personas serviciales. La soberbia es eterna compañía de los estúpidos, de los que se muestran en estricto sentido, como idiotas.
Desde hace mucho tiempo, hemos visto pasar por las oficinas de gobierno a personas que creen haber sido tocados por Dios mismo. Una y otra vez, hemos visto como arriban a ciertos cargos públicos, personas que se comportan de manera déspota, arrogante, como si la eternidad los hubiese tocado. Luego, en el mejor de los casos, tras seis años al frente de un espacio gubernamental, suelen regresar a una realidad que es la vida cotidiana. Es entonces cuando ven como se les repudia, como se les ignora o como se les desprecia por haberse comportado como bestias, como pendejos, al frente de un cargo público.
Las personas con vocación de servicio suelen sacrificar hasta cuestiones personales en aras de servir a los demás. El servicio público bien hecho consume tiempo y trabajo en cantidades ingentes. Ese servicio público bien hecho, busca resolver y en la inmensa mayoría de las ocasiones si no es que siempre, resuelve de manera satisfactoria para las personas.
El ejercicio de poder puede manifestarse por dos vías que a la vez pueden sumarse en una sola entidad. Una vía es la del poder económico que es consecuencia de una actividad privada de corte empresarial. Poder económico posee, por ejemplo, Elon Musk. La otra vía hacia el poder es la esfera pública, que se materializa en el ejercicio de un cargo en el gobierno. Ejemplo de ello es cualquier persona que ostenta un cargo de regidor, de alcalde, gobernador o en algún espacio de la administración pública. Nombres hay por cientos.
Es posible que el poder económico se reúna en una sola entidad, como en el ejemplo del ya difunto Silvio Berlusconi, que a su poder económico sumó el poder político. Ejemplos que podrían mencionarse sobran. Es dudoso que puede esperarse algo bueno de un fenómeno así. No puede dejar de mencionarse el ejemplo de Trump que, careciendo de una idea política, se muestra como motor de problemas para la economía mundial.
¿Cuál es la razón por la que prosperan individuos como Trump o como Berlusconi, entre tantos otros malos ejemplos? La razón es sencilla: los viejos cuadros políticos no generaron una escuela de cuadros que los pudiese reemplazar eventualmente. Lo peor de todo es que los cuadros que se formaron solos, de manera empírica, casi todos sufrieron la exclusión y el ninguneo. Esos cuadros mal entendieron la disciplina y por eso tampoco derribaron las barreras a la entrada.
Los cuadros políticos son irreemplazables. Esos cuadros políticos son los que deben multiplicarse. La humildad debe presidir todo acto de gobierno. Definitivamente: el ejercicio de poder exige de humildad, vocación de servicio y voluntad política a toda prueba. Además, el poder político asumido con arrogancia, tarde o temprano es un suicidio, pues el que a hierro mata, a hierro muere.