“Las relaciones diplomáticas son las interacciones que establecen los Estados entre sí, a través de misiones diplomáticas”. Literatura sobre el tema.
LA FUERZA HEGEMÓNICA
En la historia de México, admitiendo la verdad, lo objetivo y el análisis sin pasión, siempre hemos tenido en los Estados Unidos de Norteamérica, una fuerza hegemónica. A la cual no hemos sabido interpretar correctamente o le hemos facilitado con nuestras fallas y errores, el camino para que nos presione, e incluso nos menoscabe en nuestro territorio.
Por la falta de recursos económicos, las ambiciones por el poder y las divisiones internas en los grupos políticos, hemos cometido serias y hasta graves fallas, en el curso de toda nuestra historia. Nos sucedió en nuestro tránsito histórico, poco después de la independencia. Al cual hay que ver y analizar sin pasiones, chovinismos, mentiras o sentimentalismos. Mucho menos con la carga nacionalista de las pseudo izquierdas o de posiciones radicales de cualquier signo. O con miras políticas populistas – de izquierda o de derecha -, que pretenden ver a quien nos dañó con inquina, resentimiento u odio enfermizo. Sin admitir nuestras serias y graves fallas y errores de esos momentos.
LA GUERRA CON TEXAS
Nos sucedió con la guerra y posterior independencia de Texas en 1836. A solo 15 años de haber logrado nuestra Independencia de España, que nos dominó desde 1521 a 1821. Con una conquista, a la cual le hemos dado desde la izquierda en el poder, en el sexenio pasado, una connotación muy patriotera aún con la lejanía de 5 siglos. Con arrebatos que nos distanciaron en diplomacia y relaciones comerciales de España. Boquete que aún se ve y se siente, aun cuando se trate de negar. Compañías de energía renovable y otras más, ya se van del país, por ese trato tan poco amistoso. Como de falta de seguridades en el Estado de Derecho.
El error de fondo con Texas fue, que ante la gran distancia que había con ese estado desde la Capital, permitió el gobierno de la época, que fuera poblada por inmigrantes estadounidenses. Que estaban apoyados por su gobierno en la ambición de expansión, desde el día que se instalaron en el entonces estado mexicano de Texas. A los cuales el gobierno norteamericano apoyó abiertamente con armas, asesoría militar e incluso con tropas, para lograr su independencia de México en 1836. Guerra que, además, desde el punto de vista político y militar, fue muy mal manejada, por parte de Antonio López de Santa Ana y la clase gobernante.
INVASIÓN NORTEAMERICANA
La mayoría de los historiadores coinciden en que la invasión norteamericana de 1846-1848, fue una continuación de la guerra de Texas. Viendo el gobierno norteamericano todas nuestras debilidades. Aprovechando nuestras divisiones, deficiencias en el ejército, en su armamento y en las pugnas por obtener el poder, de nuestra clase política y militar. Con este grave golpe, México y los mexicanos, perdimos injustamente y por medio de las armas, más de la mitad de nuestro territorio.
DEBEMOS APRENDER
Debemos aprender en este Siglo XXI lo que ha intentado, tratado, buscado e insistido en enseñarnos la historia. A la cual, los gobiernos en turno, insisten en no hacerle caso. Al interior del país, necesitamos no unicidad, ni hegemonías, ni imposición de “nueva situación de legalidad” basada en una sola ideología o en un solo partido hegemónico. O en el dominio de un solo grupo político. Eso no lo admite el más elemental sentido común, menos la realpolitik, o realidad política. Esa visión miope, es un “sofisma” o falso razonamiento.
Con Estados Unidos y con el resto del mundo, tenemos acuerdos tácitos o escritos para tener esto.
Estado de Derecho.
Cero tolerancias a la corrupción.
Cero tolerancias a la impunidad.
Respeto a los principios republicanos de una real división de poderes.
Cero tolerancia a la violencia, a los grupos del narcotráfico o del crimen organizado.
Cumplimiento al 100% de nuestros tratados comerciales, como el TMEC.
Además, si somos sus aliados y nuestro comercio depende en más de un 80% de Estados Unidos, debemos de ser consecuentes con esta realidad y cuidarla, sin cometer errores en el manejo de nuestros tratos comerciales, cometiendo desviaciones insensatas, que parecen no ser intencionales. Pero que los norteamericanos las ven como intencionales.
SIN SER INCONDICIONALES
Sin ser incondicionales, a México le urge honrar su vocación de regresar a ser de verdad.
Una República democrática.
Representativa.
Y Popular.
Con la división Constitucional real de 3 poderes.
Independientes, respetuosos de las facultades de cada uno y coordinados en la labor que el pueblo les ha encomendado, de cumplir y hacer cumplir a la Constitución y a las leyes que de ella emanan. Viendo en todo, por el bien de la nación. Eso es lo que esperamos todos los mexicanos, sin duda alguna. Las Naciones Unidas, la Unión Europea. Nuestros socios y aliados. Sin ser Estados Unidos de Norteamérica, de ninguna manera la excepción.
Para que sometamos al imperio de la ley y a la fuerza del Estado al crimen y a los criminales. Al crimen organizado y a los cárteles de las drogas. A la corrupción de funcionarios públicos, políticos y empresarios que se coluden con ellos.
Dándole al pueblo paz, tranquilidad, seguridad, recuperación de sus espacios y de sus libertades democráticas.