El atletismo es más que un deporte; es una escuela de vida. Detrás de cada niño o joven que entrena día tras día, existe un respaldo fundamental: el apoyo incondicional de sus padres. Este acompañamiento no se limita únicamente a lo económico, sino que implica sacrificios de tiempo, esfuerzo y dedicación que, aunque muchas veces invisibles, son esenciales en la formación integral de los atletas.
Los padres que apoyan a sus hijos en la práctica del atletismo saben que están invirtiendo en su futuro, no solo en términos de rendimiento deportivo, sino en la construcción de personas íntegras. Los valores como la disciplina, la perseverancia, el respeto y la humildad se aprenden en cada entrenamiento, en cada competencia, y sobre todo en el ejemplo de los entrenadores que no solo forman atletas, sino seres humanos con principios sólidos. Este proceso de formación requiere compromiso y confianza en el camino recorrido, pues los frutos no siempre se ven de inmediato, pero el esfuerzo constante deja huellas imborrables en el carácter de los jóvenes.
En el estado de Nayarit, el atletismo infantil y juvenil es un claro ejemplo de cómo el trabajo en equipo entre padres, entrenadores y atletas puede transformar vidas. La comunidad atlética se convierte en una segunda familia, donde el aprendizaje va más allá de las pistas y se refleja en la vida diaria de los niños y jóvenes. Al final, cada sacrificio, cada kilómetro recorrido, vale la pena, porque estos jóvenes crecen sabiendo que ser deportista es también ser una persona de bien.