“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”
C. Marx
Las cosas ya están cambiando. Esto debe ponderarse si tenemos en consideración que durante casi todo el siglo XX, al estado de Nayarit no fue muy bien en cuanto a su economía. La estructura económica ha cambiado de manera irregular y su comportamiento ha sido errático, por decir lo menos. La necesidad de cambios que favorezcan el desarrollo humano ha sido una constante a lo largo de toda la historia de la entidad. El arribo del doctor Miguel Ángel Navarro Quintero a la titularidad del Poder Ejecutivo, ha significado el arranque de una nueva etapa de la historia económica local. No es sencillo obtener resultados diferentes con el peso de una historia que no permite las grandes hazañas en la materia. No obstante, es ostensible que el doctor Navarro, desde ese primer momento en que asume el cargo, empezó a sentar las bases para una nueva economía.
No es este el espacio para hacer un recuento de la economía del estado durante su primer medio siglo luego de ser erigido este como entidad federativa. A pesar de tal eventualidad, podemos referirnos al ensayo breve que publicó el periodista Antonio Pérez Cisneros con motivo de los primeros cincuenta años de Nayarit como integrante pleno del Pacto Federal. Ahí, el destacado intelectual nos señala la serie de desatinos en los que incurrieron los gobiernos locales. Antes de eso, cuando se habla del Territorio de Tepic, la realidad no es mejor.
Luego viene la década de 1970 y las subsiguientes. Cuando se suele hablar de la economía del estado, parece que hablamos de una pesadilla como la que describe Edgar Allan Poe en su relato sobre el señor Valdemar. A partir de esas fechas, la economía de Nayarit no muestra crecimiento sostenido. Lo que podemos observar es una larga etapa de involución o, en el mejor de los casos, de atonía (o de dilatada agonía).
Los flujos demográficos campo-ciudad se registran en Nayarit desde los años sesenta y posteriores. La población empieza a desplazarse hacia la capital del estado en busca de una mejor vida. Una estructura económica que parecía cadáver, naturalmente que no pudo responder a la demanda de empleos urbanos. Los gobiernos no supieron promover la inversión y generación de puestos de trabajo. Esos mismos gobiernos tampoco tuvieron la capacidad para responder a las necesidades de un contingente social que empezó a demandar vivienda y servicios públicos.
Solamente podemos observar un poco de reactivación de la economía durante el gobierno de Emilio González Parra. Esa dinámica de la economía es explicable en buena medida por la presencia del comportamiento de las finanzas federales. Durante esos años, el dinero proveniente del petróleo, la deuda interna y externa crecieron. Una parte de esos recursos fluyeron al estado, aunque no se aprovechó ese fugaz “boom” y los recursos no fueron suficientes para detonar una nueva etapa de la economía del estado. Por lo que podemos observar, creo que ni siquiera se tenía una idea clara del papel, de las funciones y de la importancia de los gobiernos en el fortalecimiento de una estructura económica.
El mandatario estatal Miguel Ángel Navarro, ha mostrado apoyo decidido a los cambios sin olvidar, para nada, al sector primario de la economía. No obstante, la presencia de la agricultura, la ganadería, la pesca, la silvicultura, han decaído en su presencia en el total del Producto Interno Bruto (PIB) local. El mayor dinamismo de la economía podemos encontrarlo en el sector secundario y en el terciario. Me refiero en el primer caso, al sector manufacturero. En el otro caso, me refiero al rubro de los servicios como los de hotelería o el comercio. Lograr que el estado mantenga un rumbo claro y firme en el proceso transformador de la estructura económica, requiere liderazgo. Se trata de un liderazgo democrático, que escuche a todos, que atienda a todos y que deja de lado cualquier señal de diferencia de ideas. Dejar de lado las diferencias nos lleva a la unidad fundamental, a esa unidad que proclamaba Mariano Otero en aras de consolidar el futuro de una nación. En este caso, el futuro es un nuevo modelo de economía, una nueva modalidad de la estructura económica que reconozca sus bases en el liberalismo pero que sirva a los propósitos del humanismo.
El propósito del Gobernador Navarro Quintero, es apuntalar el sano desarrollo del sector primario. Esa es la razón por la que ha promovido cambios en materia ganadera. Esa es la razón por la que ha promovido la consolidación de la producción de cultivos tradicionales y ha añadido otros nuevos. Esa es la razón por la que ha defendido la industria azucarera. El sector primario ha entrado también en una nueva etapa en la que los cambios están a la orden del día. Cambios para asegurar el bienestar de los productores del campo y para que ese sector contribuya a consolidar la economía interna en el estado. No se trata de promover solamente el consumo interno, sino que se trata de asegurarlo y a partir de ese objetivo, avanzar en la competencia por mercados externos. Competencia por mercados nacionales o extranjeros (muy a pesar de la locuacidad de los aranceles ilegales y estrambóticos). El campo es asediado por los ataques de la naturaleza, como incendios, sequías y, sobre todo, por los huracanes que casi año tras año afectan al sector de manera inmisericorde y catastrófica para familias enteras. No obstante, se avanza y no se dan pasos para atrás.
Ahora la economía de Nayarit está en proceso de transformaciones. Ese proceso, debe entenderse, requerirá años de esfuerzo sostenido. No dos o tres años, sino veinte, treinta años de trabajo arduo y, sobre todo, de trabajo inteligente y comprometido. Lo que muchos no hicieron prácticamente en todo el siglo XX, no va a concretarse en apenas seis años. Seis años han sido convertidos por el mandatario estatal Navarro Quintero en una época, en una etapa que no puede medirse en puntos del PIB, sino como modelo que procura el bienestar de todos, desde una perspectiva realmente democrática. El futuro de Nayarit no debe ser juego de nadie.