
¡Qué cosa, chato! Me pasa usted un dato que a primera vista suena a pura burocracia, de esos que publicaron en el Periódico Oficial el pasado viernes 12 de septiembre, pero que si uno le rasca tantito, ¡es puro sentido común! Y como le digo, al pan, pan y al vino, vino. No es por hacerle la barba a nadie, que no es mi estilo, pero hay que saber reconocer cuando una idea, pues, nomás está bien hecha.
Porque vamos a estar de acuerdo, eso del “horario quebrado” que se aventaban los trabajadores, bueno, los que le llaman “de confianza”, era un invento que nomás no tenía pies ni cabeza. ¡Imagínese nomás! Entrar de nueve a tres de la tarde, y luego tener que regresar a calentar la silla otras dos horas, ¡de cinco a siete! Esas dos horas de en medio eran un limbo. Ni tiempo de llegar a la casa para echarse un taco con calma, ni de hacer un mandado en forma. Andaba uno nomás dando vueltas por el centro de Tepic, esperando a que se llegara la hora, gastando suela y saliva.
Y el doble viaje, ¡ahí está otro detalle! Doble gasto en el camión, doble tráfico para nuestra ciudad a mediodía, y el doble de humo para los pulmones. Doble gasolina para los que tienen auto o moto. No es que uno sea ecologista de enciclopedia, pero nomás de ver cómo se pone la avenida México, la Insurgentes y otras avenidas uno se da cuenta que eso de andar yendo y viniendo no era negocio.
Pero ahora, con este decreto, la cosa cambia. ¡De ocho de la mañana a cuatro de la tarde, de un tirón! Como debe de ser. Ocho horitas bien trabajadas, y a las cuatro, cada quien es dueño de su vida otra vez. Ya le queda la tarde para estar un rato con los chamacos, para ayudarle a la señora con el mercado, ¡qué sé yo, para vivir, que para eso se trabaja!
Dicen en el papel oficial que es para “aumentar la productividad” y darle “atención más ágil a la ciudadanía”. Que en buen cristiano quiere decir: para que el que vaya a hacer un trámite no se tope con la puerta cerrada, y para que el trabajador, al estar más contento, pues haga mejor su chamba.
Y fíjese, sin echarle flores a ningún jardín político, hay que decirlo: esta medida es de esas que benefician por todos lados. Gana el trabajador en calidad de vida, gana su familia, y gana la ciudad con menos contaminación, que en una de éstas hasta de verdad sí sonríe. Es de esos cambios que uno se queda pensando: “¡Caray! ¿Y por qué se tardaron tanto?”. Es tan simple y tan lógico, que casi no parece una decisión de gobierno.
Ayer se empezó a aplicar la medida. Fíjese, se notó un poquito menos de relajo en las calles a mediodía. Un respiro para nuestra Tepic. A lo mejor esa mentada “huella de carbono” ya empezó a encogerse, ¡quién quita y en una de esas hasta adelgaza!
Ahí, precisamente ahí… está el detalle.