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jueves, octubre 9, 2025
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Cuarta transformación, ante la corrupción y la austeridad

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Tanto el gobierno federal como la administración estatal, se encuentran comprometidos con un proceso transformador de la vida nacional. Algunos de sus compromisos fundamentalísimos tienen que ver con la austeridad republicana y con el combate a la corrupción. Tanto la Presidenta Claudia Sheinbaum como el Gobernador Miguel Ángel Navarro, siempre han hecho suyos principios fundamentales como la austeridad y la honestidad en el desempeño de sus cargos. Esa forma de proceder en el ejercicio de las funciones públicas es parte de una concepción que permea en todo el gobierno.

La naturaleza humana es multidimensional, es compleja, a veces tortuosa, aunque siempre con luces y sombras, con matices. Esa naturaleza humana hecha de luces y sombras, todos la tenemos, por lo que nadie puede librarse de culpa para tirar la primera piedra. Todos debemos tomar decisiones que a veces nos afectan de manera negativa y en otros casos logran potenciar las cualidades con resultados favorables. En ocasiones el individuo decide sin pensar, gobernado por impulsos; en contraste, otros deciden de manera razonada, sometiendo impulsos. El afán de venganza, la prepotencia, el desprecio y el odio, son formas de corrupción y suelen tener resortes como riendas.

La existencia es hacer o dejar de hacer, no solamente pensar. La teoría y la praxis necesariamente se imbrican d e manera creativa, se tornan en una unidad que lleva al movimiento. Unos piensan más que otros cuando toman decisiones y actúan. Esa es la razón por la que don Alí Chumacero solía concluir que “No es cierto que los pendejos no piensan: si piensan, pero piensan puras pendejadas”. En esa misma lógica, podemos concluir que ese connotado y poderoso sector demográfico no deja de hacer por su condición, sino que sí hace, pero hace lo que se espera de esas personas.

Otra parte de la naturaleza humana tiene que ver con otras dos cuestiones fundamentales que resultan inocultables. Se trata de la corrupción y de la austeridad. La corrupción puede manifestarse en diferentes esferas, desde lo moral hasta lo material. La traición, la deslealtad, la mentira y la simulación, son formas que adquiere la corrupción en el ámbito moral. En el plano material, la corrupción puede implicar todo acto que signifique apropiarse de dinero público, así como traficar con información para beneficiar intereses privados que luego suelen “compartir” las ganancias mal habidas.

La austeridad exige una vida sin ostentaciones, sin excesos y sin ofender la inteligencia de los demás. La austeridad no es un voto de pobreza, no es huelga de hambre, ni cosa parecida. La austeridad es una forma de concepción de la vida, una filosofía que privilegia el ser por encima del parecer, el ser en lugar de tener, que rinde tributo a la esencia sin despreciar la apariencia a la que no se le rinde culto.

En el gobierno una de las tentaciones más recurrentes tiene que ver con la apropiación de dinero ajeno. El dinero fácil es una de esas tentaciones y se manifiesta en el apoderamiento de bienes públicos, como ya hemos visto a lo largo de la historia política del estado. En ocasiones, esa apropiación del dinero público se hace con los ropajes de la “legalidad” (legalismo, debemos decir) aunque ello signifique retorcerle el brazo a la Constitución. Me refiero al artículo 127, fracción II, del Pacto Federal, que a la letra obliga a que “Ningún servidor público podrá recibir remuneración, en términos de la fracción anterior, por el desempeño de su función, empleo, cargo o comisión, mayor a la establecida para el Presidente de la República en el presupuesto correspondiente”. “Ningún servidor público”, dice la Ley Fundamental, ni siquiera aquellos que actúan en el servicio exterior.

El dinero, ese “estiércol del diablo” (San Basilio de Cesarea dixit) es quizá la peor de las tentaciones. El dinero hace llevar a la adoración del oro del becerro. El dinero lleva a la renuncia de principios y valores. De esa forma de corrupción, la del enriquecimiento abusivo y desorbitado, no escapan ni las personas ni los gobiernos ligados a la cuarta etapa de la transformación de la vida nacional. En la Independencia la corrupción estuvo presente, igual que en la Reforma e igual que en la Revolución de 1910-1917. La Cuarta Transformación no iba a escapar de esa lógica presente en toda la historia humana.

La diferencia de la corrupción que pueda detectarse en la 4T, debe radicar en el castigo y la cero tolerancia. Hace más daño la impunidad que la misma corrupción, porque la impunidad es un incentivo que se ofrece a quienes sean tentados por el vicio de la corrupción. Asimismo, la austeridad no significa hacer voto de pobreza, sino compromiso de medianía.

¿Cómo saber si un simpatizante de la medianía juarista vive en la medianía, cómo medir la austeridad? Hay personas que viven en la abundancia y que son parte de la cuarta transformación. El ejemplo más reciente es Gerardo Fernández Noroña. ¿Es un traidor de los principios y valores esenciales de la cuarta transformación? Me parece que no lo es, pues no es una figura pública que ha tenido acceso a dinero por la vía de la corrupción sino por décadas de trabajo. Tampoco ha sido favorecido, hasta donde se sabe, de prácticas endogámicas ni ha enriquecido a sus familiares. ¿Qué es lo que procedía hacer con el dinero obtenido por el desempeño de cargos en los que se accedía a sueldos millonarios? En todo caso, las respuestas debe plantearlas él mismo.

¿Qué se debe privilegiar en la toma de decisiones en la Cuarta Transformación? Apegarse a principios y valores esenciales como la medianía juarista y la honestidad en el ejercicio de la función pública, son parte de la respuesta. Son valores nucleares el ánimo incluyente, la templanza en el ejercicio de poder, el talante contemporizador y, sobre todo, la humildad que parte de reconocer que una obra de gobierno es obra de equipos. Esos son elementos centrales de la brújula que oriente la toma de decisiones y debe ser filosofía de vida.

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