Crónica Meridian | Jorge Enrique González
“Aplaude, mhijo”, pidió mi compañero de al lado, al frente la científica convertida en Presidenta de México, en su delgadez, en su fuerza tras la aparente fragilidad de la esbeltez, sin rastro de maquillaje.
Nos encontrábamos al fondo de lo que fue la pista de aterrizaje del antiguo aeropuerto tepiqueño y ahora recinto deportivo y ferial. Al frente de nosotros la Presidenta, sus ministras y ministros y el gobernador de Nayarit.
La respetable masa aplaudía a rabiar, tras larga espera. Coreaba con sincronía Montesori: “Es un honor estar con el doctor”. Luego “Presidenta, Presidenta.”
Yo veía a las fuerzas vivas, azorado, aturdido. Prestas al grito, al aplauso, diez mil manos arriba, veinte mil manos enmedio, treinta mil manos abajo.
Vi los aplausos, pero no aplaudí, he de admitirlo, sin saber qué hacer con mis manos cuando las miles a mi lado sonaban y sonaban. “Mi función es ver y contar”, me justificaba.
En la cúspide de poder, sorteando duras pruebas de gobenanza frente a escándalos mediáticos, aquí está ella al cierre de un día del Primer Informe de Gobierno tropicalizado en Baja California Sur, Sinaloa y Nayarit. Es Claudia, la física hija de químico y bióloga, bajo la rúbrica La Transformación Avanza, ahí, sus brazos arriba, sus manos en posición de gratitud y entrega a los vítores.
Yo sin aplaudir, con la mirada inquisitora de mi vecino, consternado por mi falta de cortesía política.
Habla la Presidenta (“Presidenta, Presidenta”). Empieza con un reconocimiento: “Muchas gracias por este recibimiento, ¡que viva Nayarit! Gracias al gran gobernador de Nayarit, al doctor Miguel Ángel Navarro, hombre trabajador, honesto y dedicado a gobernar su estado. Muchas gracias, gobernador, por tu trabajo y por el desarrollo que has impulsado en estos años al frente del gran estado de Nayarit”.

Aplausos. “Es un honor estar con el doctor… es un honor estar con el doctor”. Contestan otros: “Presidenta, Presidenta…”
Informó que 374 mil 970 personas en Nayarit son las que reciben apoyos de los programas sociales del Gobierno de México: “Es una inversión directa para quienes más lo necesitan. Por eso cambió la forma y el fondo del gobierno. Nos interesa la justicia social y vamos a seguir trabajando seis años con ese compromiso: un gobierno del pueblo y para el pueblo, nunca más alejado de la gente”, afirmó.

“Es el séptimo año del gobierno de la transformación”, dijo para dejar claro el reconocimiento a su antecesor. La respuesta fue inmediata: “Es un honor estar con Obrador”, seguido por “Presidenta, Presidenta”.
También envió un mensaje a los migrantes mexicanos en Estados Unidos: “Quiero que nuestros paisanos y paisanas del otro lado de la frontera sepan que estamos para defenderlos y apoyarlos. Siempre decimos al gobierno de Estados Unidos que ese país no sería lo que es sin la labor de nuestros compatriotas”.
Y vinieron anuncios: Vendrá en noviembre para entregar, por fin, la carretera Tepic-Compostela. El inicio de la autopista Las Varas-San Blas, el puente Amado Nervo Vallarta-Bahía de Banderas, el puente ferroviario en Tepic, 23 mil viviendas con créditos sin intereses y bajos intereses, casas de apoyo para las mujeres en todos los municipios.

Aplaudí un par de veces, he de admitirlo.
Para cerrar, de nuevo un reconocimiento final al gobierno local: “Termino felicitando al doctor Navarro por su trabajo al frente del gobierno de Nayarit. Y diciéndoles, como lo dije en mi Informe allá en la Ciudad de México: vamos bien. Y si el gobierno permanece junto a su pueblo, el pueblo de México y nuestro país va a ir mejor. Sepan siempre que su Presidenta va a defender al pueblo de México, en cualquier lugar. Que sepan nuestros paisanos del otro lado de la frontera que estamos para defenderlos y para apoyarlos. La Cuarta Transformación es un proyecto económico, es un proyecto social, es un proyecto político, pero, sobre todo, es el proyecto de la dignidad del pueblo de México.
Las fuerzas vivas responden: “Es un honor estar con el doctor”. Una y otra vez, a coro. “Presidenta… Presidenta”.

Se despiden la Presidenta, sus colaboradores, el gobernador. Baja ella, las manos en alto. Contenta, sin rastros de fatiga.
Saluda, recibe pequeños presentes, documentos, cientos, seguramente con peticiones, abrazos, apretón de manos.
Espero su paso. De repente llega un alcalde, astuto, simpático y se interpone entre este servidor y mi vecino. Saluda primero que yo a la Presidenta. Le arranca una sonrisa auténtica. Le da la exclusiva, no sé si en serio o en broma, que a un puente o avenida (no alcancé a oír) de su municipio le pondrá “Segundo piso de la cuarta transformación”. Continúa con la sonrisa cuando le extiendo la mano, entiendo que por el santiagueño presidente más que por un “gracias” que le doy por un gesto que a mi persona y a mi familia tuvo personal de su oficina como jefa de gobierno de la Ciudad de México aquellos negros días de marzo de 2023.

El “Presidenta, Presidenta”, seguirá escuchándose en una intensidad que decrece mientras salimos del recinto ferial arrastrados casi por ríos de gente que hace lo mismo.
Los vendedores rematan papas con chile, refrescos, aguas.
Recuerda nuestro anfitrión, el atento funcionario de Comunicación de la Presidencia de la República, mientras salimos que apenas tomó un desayuno continental en la mañana. Atentos, mis vecinos lo invitan a comer. ¿Adivinen qué? Sí, mariscos. Me castigan mis colegas: “Tú no, no aplaudiste”.