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sábado, octubre 25, 2025
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Llegó la nueva era estudiantil en la UAN

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La comunidad universitaria hizo historia con una elección libre y transparente. Son la generación que rompió la simulación y decidió transformar la universidad desde la convicción y el diálogo; sobre ellos recae ahora la responsabilidad de sustentar el cambio

El otoño ya se deja sentir, el día se acorta más rápido, pero el calor persiste, aunque el viento trae consigo una brisa algo reseca, como ocurre en cualquier otro otoño. Sin embargo, en los muros de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), tanto el viento como el calor son distintos. Llevan consigo un vaho peculiar, un aliento que susurra una victoria reciente, el eco de una lucha que dejó huella en los cimientos de la institución. En el auditorio central, la toma de protesta de los comités estudiantiles 2025-2026 no fue simplemente un acto protocolario; fue una ceremonia cargada de significado, la culminación de un proceso que nació del descontento y floreció en resistencia.

La rectora Norma Liliana Galván Meza, de pie frente al estudiantado, habló con voz firme y mirada serena: “La democracia no es solo un procedimiento”, dijo, “es el fundamento que nos permite construir una comunidad universitaria fuerte, participativa y solidaria.”

Pero sus palabras no resonaban en el vacío. Detrás de ese discurso había semanas de tensión, de marchas, de asambleas improvisadas, de jóvenes que habían decidido romper con la simulación y reclamar lo que les pertenecía, su derecho a elegir libremente.

Toda historia tiene un instante en que algo se quiebra. En la UAN, ese momento llegó el 20 de agosto, un par de días después del regreso a clases.
Los pasillos se llenaron nuevamente de vida, los de nuevo ingreso recorrían el campus con asombro; los de semestres avanzados retomaban rutinas conocidas. Todo parecía normal… hasta que se convocó a la formación de los nuevos comités estudiantiles. Lo que debía ser un ejercicio democrático empezó a mostrar irregularidades. La indignación creció, y el rumor se convirtió en voz colectiva.

Un grupo de jóvenes, hartos del control de la Federación de Estudiantes de la UAN (FEUAN), decidió alzarse. Denunciaron prácticas antidemocráticas, acusaron a la dirigencia, encabezada por Valeria de León, de actuar como un brazo político de la administración central. Querían que la representación estudiantil regresara a sus verdaderos dueños, los estudiantes.

El campus cambió de rostro. Las paredes se poblaron de pancartas, las consignas retumbaron en los muros y las puertas de Rectoría y Secretaría General fueron bloqueadas. La UAN amaneció en resistencia.

Fueron días de incertidumbre, de desvelo y esperanza. Las aulas se convirtieron en foros improvisados; los pasillos, en trincheras de diálogo y organización. La comunidad estudiantil, entre el miedo y la determinación, debatía un mismo anhelo, hacer de la universidad un espacio verdaderamente democrático.

La presión creció. Ante el clamor estudiantil, la rectora Galván Meza optó por escuchar. El diálogo se abrió y, de ese encuentro entre autoridad y juventud, nació un acuerdo histórico, modificar las reglas del juego.

La Gaceta Universitaria lo dejó por escrito: la creación de un Comité Electoral Central, la incorporación de observadores externos, la prohibición de financiamiento ajeno y el derecho a impugnar elecciones.
La palabra transparencia, tantas veces relegada al discurso, se volvió principio rector.

Así, las elecciones del 27 y 29 de septiembre marcaron un antes y un después.
 Por primera vez, los estudiantes sintieron que su voto contaba. Habían logrado lo impensable, que fue transformar las reglas desde abajo.

Por eso, cuando llegó el 23 de octubre y los nuevos comités rindieron protesta, el aire del auditorio tenía otro peso. Las hojas caían fuera, los vientos de otoño soplaban sobre el campus, y dentro se respiraba la certeza del cambio.
 Cada aplauso era una reivindicación, cada palabra, un cierre y un comienzo.

La presidenta del Comité Electoral Central, Guadalupe de Jesús González Arciniega, lo expresó con lucidez: “Este es un acto que invita a resignificar la posición política, a fortalecer las coincidencias y abrir canales de diálogo.”

En ese instante, la universidad renacía. Ya no era la misma que meses atrás parecía atrapada en la simulación. Era una institución que había aprendido a escuchar y a transformarse desde la voz de sus estudiantes.

Hoy, mientras los nuevos líderes estudiantiles asumen sus cargos con la mirada puesta en el bienestar colectivo, la comunidad universitaria observa con esperanza.
 El camino no fue sencillo. Hubo tensiones, confrontaciones y desconfianza. Pero también hubo coraje, organización y convicción.

La UAN hoy respira democracia, una democracia nacida del descontento, tejida con diálogo y conquistada con perseverancia. La jornada electoral de 2025, que comenzó como un acto de resistencia, terminó como una lección de dignidad.

Y mientras los vientos de octubre siguen recorriendo los pasillos de la universidad, susurran una verdad que ya nadie puede ignorar, cuando los estudiantes luchan con convicción, el cambio no solo es posible… el cambio se vuelve inevitable.

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