No sólo de instituciones vive la democracia. Lo personal también importa. Veamos tan solo lo que ocurre en Nayarit. El modelo de gobierno que encabeza el mandatario nayarita Miguel Ángel Navarro Quintero corresponde al de un gobierno democrático. Un gobierno democrático es un gobierno abierto, que reconoce, promueve y ejerce las ventajas del dialogo. Una sociedad democrática es plural, y para que la maquinaria de la esfera pública funcione se requiere de acuerdos. Esos acuerdos unen en lo fundamental, no unen de manera autoritaria, sino respetando las expresiones del disenso. Ese disenso es ejercido con dignidad, con respeto y con voluntad política. Dicho de otro modo: un buen gobierno depende de factores institucionales, pero destacadamente lo personal es clave en grado superlativo.
Un gobierno democrático respeta instituciones. Un gobierno democrático no simula institucionalidad, no permite la presencia de la república simulada. Esas instituciones no son inmutables en el entorno de la democracia, sino que, por el contrario, deben ajustarse constantemente para responder a las necesidades de una sociedad que tampoco es inmutable.
En esa realidad política y democrática, ¿qué papel juegan las características, las cualidades personales? Las cualidades personales, las virtudes y los defectos de una persona, son componentes decisivos de la forma en que se gobierna. Eso ocurre aquí y en China. No he estado en China nunca, pero cuando uno conoce de una u otra forma a personas de diversos orígenes, podemos concluir cosas que se pueden generalizar. A eso se debe agregar el hecho de que observar analíticamente nuestra realidad, a los protagonistas de la escena pública, refuerza dicha convicción.
Nos dice Milan Kundera en su trabajo en torno a Kafka y Stifter, que la burocracia es una especie de maquinaria que parece tener vida propia. Esa maquinaria da los ismos resultados sin el que la maneja es un buen líder o si no lo es. Lo mismo da que sea un genio o un imbécil quien está al frente de esa maquinaria. De ahí la relevancia de la obra de don Daniel Cossío Villegas, que en su obra más conocida concluye que las características personales del líder marcan el resultado del movimiento del trabajo que se realice. Para don Daniel, lo que llama “estilo personal de gobernar” es un defecto del modelo de gobierno que prevalece en México. Ahora sucede que eso que don Daniel veía como componente de vulnerabilidad, quizá sea la parte fuerte y ventaja del modelo de gobierno de México.
El estilo personal de gobernar es ventaja y es desventaja. El estilo personal de gobernar es ventaja cuando al frente del gobierno (el Ejecutivo, principalmente) se encuentra una persona con buenos sentimientos, con buena voluntad, con experiencia que cierra las puertas al abuso de poder o al ánimo de las venganzas y los paredones. Ese estilo personal de hacer gobierno, es desventaja cuando lo que mueve al que ejerce el poder es la amargura, la envidia, el resentimiento o la mediocridad, o la abulia o la estupidez o todo en conjunto.
El estado de Nayarit ha tenido gobiernos mediocres, como el de Roberto Gómez Reyes, que inventó otro tono del color gris. Otros hicieron gobiernos comandados por personas abusivas y de perfil mafioso, como Gilberto Flores Muñoz. También ha tenido Nayarit gobernantes con buenas intenciones, con buena formación política, aunque no lograron dar un golpe de timón al proceso evolutivo del estado de Nayarit.
Hay razones de sobra que explican la falta de resultados transformadores de varios gobiernos. Uno de esos motivos se relaciona con los equipos de aduladores que suelen abundar en todas las cortes y que son una mayor amenaza que cualquier enemigo interno o externo. Otra de las razones es la falta de continuidad en los gobiernos, que podrían haber sentado las bases para futuros prometedores, pero que se abandonaron por explicaciones que sobra mencionar.
Otra de las razones que explica la ausencia de resultados favorables para el bienestar de la población, se relaciona con enfermedades mentales. Un ejemplo lo tenemos en el organismo público local electoral de Nayarit, que se integró tras la reforma constitucional en materia electoral de febrero de 2014. El abogado y experto en cuestiones electorales, Celso Valderrama Delgado, logró ser designado como Presidente de ese organismo. Se le rodeó de personas ajenas al mundo político y electoral, pero llenos de envidias, insatisfacciones (no dudaría que hasta de orden sexual) y amarguras, que no permitieron, ni siquiera, hacer correctamente una elección ordinaria local (de plano, ni tan solo una elección extraordinaria en una demarcación municipal). Un buen líder, con vocación democrática sólida y sincera, no pudo hacer nada porque se le atravesó la mediocridad y el odio.
Otro ejemplo lo tenemos en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que ha tenido dos épocas de gloria. La primer época creativa y socialmente productiva, es la que presidió el primer Presidente de ese organismo, don Pedro Ponce de León Montes. En su paso por la Presidencia de la CEDH, don Pedro Ponce de León emitió una recomendación para que fuesen liberados los chivos expiatorios que fueron encarcelados por el caso del llamado “Zorrazo”. El “zorrazo” fue un evento ocurrido en diciembre de 1988, en el que decenas de presos fueron asesinados por un grupo policiaco de la ciudad de México.
La otra buena época para la CEDH, fue la que presidieron (primero) Oscar Humberto Herrera López y enseguida Guillermo Huicot Rivas Álvarez. Esos periodos fueron los adecuados para afrontar casos de graves de violación a los derechos humanos, durante los gobiernos de Ney González y luego de Roberto Sandoval. La templanza, el respeto, el elevado sentido del equilibrio y el dominio de las relaciones humanas fueron pieza clave para obtener buenos resultados.
Como podemos ver, en los casos de Celso Valderrama, el de don Pedro Ponce de León, así como en los de Oscar Herrera y de Huicot Rivas, lo que sacó adelante a los organismos fue el componente personal.
Ahora tenemos como gobernante de Nayarit, al doctor Miguel Ángel Navarro Quintero, un gobernante con alto valores morales, con temple, fraguado en el crisol de duras batallas, con elevados valores personales. El perfil de Navarro es compendio de lo que requiere Nayarit en su gobierno. El expresidente Andrés Manuel López Obrador, desde antes de ser presidente y luego ya en el cargo, se refería al doctor Navarro como a “un hombre bueno”. Eso necesita Nayarit en su futuro: buenas personas en el gobierno. Hay de donde echar mano, aunque la oportunidad de equivocarse siempre está ahí.



