7.7 C
Tepic
viernes, noviembre 7, 2025
InicioNayaritEl INEGI retoca el retrato de México

El INEGI retoca el retrato de México

Fecha:

spot_imgspot_img

Con el objetivo de capturar el pulso actual del país, el INEGI inicia la Encuesta Intercensal 2025, un retrato de México a cinco años del último censo. A través de cientos de encuestadores que recorren desde las ciudades hasta las zonas más remotas, se recopilan datos clave sobre el bienestar de los mexicanos

Cinco años parecen poco, pero bastan para que todo cambie. En ese tiempo, los niños se convierten en universitarios, las familias se agrandan o se reducen, se construyen nuevas colonias y otras se llenan de vida. Quizá los abuelos ya no están, pero en su lugar corretean nuevos nietos por los patios. En la sierra, donde antes apenas había señal de celular, ahora los niños hacen tareas con ayuda del internet.

La vida se transforma a diario, y alguien tiene que llevar el registro de esos cambios. Por eso, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) ha salido nuevamente a recorrer las calles, avenidas y caminos de todo el país. Desde el 6 de octubre y hasta el 14 de noviembre, cientos de encuestadores con chaleco beige, gorra, mochila y tableta en mano, levantan la Encuesta Intercensal 2025, un retrato del México de hoy, justo a la mitad del camino entre los grandes censos nacionales.

“La encuesta intercensal es como una fotografía a medio camino”, explica Carlos Cermeño Hernández, coordinador estatal del INEGI en Nayarit. “Nos permite saber cómo ha cambiado la población desde el último censo, en 2020, y qué ha mejorado o empeorado en las viviendas, el empleo, la educación, la salud y muchos otros aspectos”.

A diferencia del censo, donde se visita cada hogar del país, esta encuesta llega solo a una de cada cinco viviendas, elegidas cuidadosamente mediante métodos estadísticos. En Nayarit, son unas 123 mil casas distribuidas en los 20 municipios.

Los encuestadores tocan la puerta, se presentan, muestran su credencial con código QR y explican el propósito de su visita. Si la casa fue seleccionada, alguien mayor de 18 años, preferentemente el jefe o la jefa del hogar, responde las preguntas. No son muchas, pero sí importantes: la edad de los habitantes, si estudian o trabajan, si tienen acceso a servicios médicos, si usan internet, si hay agua entubada o drenaje, o si la vivienda tiene piso de cemento o tierra.

Cada respuesta se traduce en datos que, más tarde, ayudarán a tomar decisiones sobre dónde construir escuelas, hospitales o carreteras; cómo distribuir los apoyos sociales o qué zonas necesitan mayor atención.

No es una encuesta para la estadística fría, dice Cermeño Hernández con una sonrisa. “Es una herramienta que sirve para mejorar la vida cotidiana. Los datos se transforman en políticas públicas”.

Esta edición de la encuesta se distingue por el uso de tecnología. La mayoría de los entrevistadores lleva un dispositivo electrónico en la que capturan la información. Apenas se completa el cuestionario, los datos se envían automáticamente a una base de datos nacional protegida por los sistemas del instituto.

Solo en lugares donde no hay electricidad o conectividad, como en algunas comunidades serranas, se utiliza todavía el tradicional formato en papel. Pero incluso ahí, las precauciones son las mismas: la confidencialidad está garantizada.

“Toda la información está protegida por la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica”, explica el coordinador. “Nunca se entrega de manera individual ni se usa con fines políticos o comerciales. Los datos se procesan de forma agregada, con fines estrictamente estadísticos”.

Para confirmar la identidad de los encuestadores, el INEGI recomienda escanear el código QR de su credencial o llamar al 800 111 4634, donde se puede verificar su nombre y número de empleado.

Si el encuestador llega y justo no hay tiempo para atenderlo, hay alternativas. El entrevistado puede:

  1. Responder en línea, usando una clave de acceso personalizada que proporciona el personal del INEGI.
  2. Llamar al 800 111 4634 para contestar por teléfono.
  3. Agendar una nueva cita en la misma línea para que el encuestador regrese otro día y hora.

“Queremos facilitar la participación”, comenta Cermeño Hernández. “La idea no es interrumpir la rutina de las personas, sino adaptarnos a sus tiempos. Lo importante es que nadie se quede sin participar si su vivienda fue seleccionada.”

En las calles de Tepic, los encuestadores se mezclan con el bullicio cotidiano. Algunos caminan entre los puestos de mercado; otros suben por caminos empinados en la sierra o recorren las comunidades costeras donde el aire huele a sal.

Cada uno carga más que un celular: lleva sobre los hombros la responsabilidad de recoger la historia viva de un país. Son rostros amables, pacientes, que saben que no todos confían de inmediato. Pero poco a poco, las puertas se abren.

Los resultados de la Encuesta Intercensal 2025 serán la base para ajustar las políticas públicas del país. Con los nuevos datos, el gobierno podrá redirigir recursos hacia los sectores y regiones que más lo necesitan, y las instituciones educativas, de salud y de investigación tendrán información actualizada para planear su trabajo.

“Cinco años después del último censo, el país no es el mismo”, señala Cermeño Hernández. “Y los datos nos ayudan a entender hacia dónde vamos, qué nos falta y qué hemos logrado”.

Al final, detrás de cada número hay una historia. Una madre que trabaja y estudia, un joven que migró para buscar oportunidades, un adulto mayor que vive solo, una familia que por fin tiene acceso al agua potable.

La encuesta no mide solo cantidades, sino las condiciones que definen el bienestar de los mexicanos. Por eso, el INEGI insiste: abrir la puerta y responder con sinceridad no es una formalidad burocrática, sino un acto de participación ciudadana.

“La información que nos dan es de todos y para todos”, concluye Cermeño Hernández. “Cada respuesta cuenta. Y cada dato ayuda a que México se conozca mejor a sí mismo.”

Mientras tanto, los encuestadores seguirán tocando puertas hasta el 14 de noviembre, bajo el sol o cualquier inclemencia que se topen, anotando la historia reciente del país. Porque cinco años, aunque parezcan pocos, bastan para que un censo se vuelva recuerdo y una nueva encuesta nos vuelva a contar.

Más artículos