Había una vez un hombre que corrigió a los genios… que convertía las páginas en jardines… que viajaba en el metro y amaba el whisky… disfrutaba la vida como si fuera un poema demasiado corto para desperdiciarlo.
Este es Alí Chumacero: el editor que vivió como un rockstar… cuando ser rockstar significaba salvar la literatura mexicana. El editor más brillante de México. “El Mago de las letras”.
Nació en 1918, en Acaponeta, pero su madre lo llevó a Guadalajara para que estudiara. ¿El problema? Alí no era de los que se quedaban callados. A los 18 años ya era comunista, participó en huelgas estudiantiles… y se dice, se cuenta, se rumora que lo expulsaron por rebelde.

¡Y eso fue sólo el calentamiento!
El acaponetense no era sólo un poeta: era un tipógrafo que convertía las páginas en jardines de letras (según dijo Octavio Paz), un editor de genios como Juan Rulfo y Carlos Fuentes, y un bohemio que vivía entre libros, whisky y pulque.
Durante 50 años en el Fondo de Cultura Económica, Alí fue el “mago” que pulió las obras maestras de la literatura mexicana. ¿Pedro Páramo? Él lo corrigió, lo revisó y lo dejó impecable.
Con su ojo visionario, Alí Chumacero ayudó a crear colecciones que se convirtieron en pilares del Fondo de Cultura Económica, como Lengua y Estudios Literarios, Letras Mexicanas y Breviarios.
Pero ojo: no era un señor serio. Era el tipo que decía: “Un poeta sin tragos no es poeta”, según su hermano, “nunca estaba callado”.
Lo veían en cabarets discutiendo poesía con un trago en la mano. Era amigo del compositor Agustín Lara (sí, el de Solamente una vez). Y su familia juraba que el whisky lo mantenía sano (¡no lo intenten en casa!).
Según declaraciones de su hermano: “Era muy enamorado, como un perro encuerado”. Incluso el propio Alí bromeaba: “Si no vives, si no bebes, ¿qué clase de poeta eres?”.

Alí Chumacero falleció el 18 de octubre de 2010 en la Ciudad de México. Pero más allá del whisky y las anécdotas, Alí fue el puente entre generaciones de escritores.
Sólo publicó tres libros de poesía: Páramo de sueños (1944), Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956).
Alí un hombre que amaba las letras, la fiesta y la libertad. Su legado sigue vivo en cada página que editó y en cada autor que inspiró.
Fuentes: Confabulario, El Universal (Aguilar Rosas, Y.); Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL); Enciclopedia de la Literatura en México (ELEM); Ventura, L.



