
No pasó de aceptable el funcionamiento de la Selección Mexicana la noche del sábado en Torreón.
Si bien es cierto que por lo menos ya no perdió, la actuación del Tri fue apenas cumplidora ante un equipo de Uruguay que no contó con varios de sus hombres más importantes.
La escuadra nacional alcanzó su máximo volumen de juego en los primeros 15 o 20 minutos, pero luego se fue diluyendo.
Lo malo: “El Chucky” Lozano salió lesionado. Lo bueno: entró en su lugar un brillante Gilberto Mora. El chamaco de los Xolos de Tijuana no se esconde en ningún momento. Al contrario, siempre pide el esférico, quiere participar y crear. Son admirables su desparpajo, su técnica y la facilidad con la que juega. Ni siquiera la patada callejera que le propinó Nandez lo ahuyentó. Entre paréntesis, es increíble que el árbitro no haya expulsado al charrúa.
La Selección empezó jugando en el frente ofensivo con Lozano, Jiménez y Alvarado. Terminó con Lainez, Orbelín y Berterame. Alvarado volvió a decepcionar como seleccionado. Poco preciso y desequilibrante. A este equipo le falta generación de futbol, encomienda que deben asumir jugadores como el propio Mora, Marcel Ruiz y Alexis Vega, que estuvo ausente por encontrarse lesionado. Destacaron Vásquez y el susodicho Mora.
Mención aparte merecen los absurdos abucheos que el público lagunero le dedicó al portero Rangel, quien jugó todo el partido en lugar de Carlos Acevedo, arquero del equipo local, que se suponía que iba a alinear desde el principio.
El conjunto dirigido por Javier Aguirre tendrá que mejorar sustancialmente mañana martes contra Paraguay en territorio de Estados Unidos.
La verdad es que con lo visto el sábado en la Comarca Lagunera, a poco se puede aspirar en el Mundial de Norteamérica del año que viene. Quizá la primera etapa la supere la Selección sin mayores contratiempos, pero se ve muy difícil que pueda salir airosa de las subsecuentes fases de la Copa del Mundo.



