Dos científicos tepiqueños de primer nivel cambiaron el mundo con sus inventos. Y no, no estamos hablando de ciencia ficción o de magos, aunque sus contribuciones parecen mágicas.
¡Hoy te contamos la historia de dos genios que, con su ingenio y pasión, dejaron una huella imborrable en la ciencia y en nuestras vidas!
Imagina a un niño curioso en Tepic en 1817. Así comenzó la historia de Vicente Ortigosa, el primer latinoamericano, el primer mexicano, el primer tepiqueño en especializarse en química orgánica en Europa. Y no, no estaba buscando una receta para hacer la mejor salsa, sino algo mucho más revolucionario.

Estudió en el Colegio Militar y luego fue a Europa, a la Universidad de Giessen, Alemania, bajo la tutela del profesor Justus Von Liebig, considerado un padre fundador de la química orgánica.
Vicente fue el pionero en el inventó el procedimiento de alto vacío, que revolucionó la conservación de alimentos. Hoy no podemos concebir la vida moderna sin este invento. ¡Cada vez que abres una lata de comida, estás usando su invento!
¿Quién no ha luchado, contra una lata rebelde? El legado científico de Ortigosa es impecable; peroooo el diseño de las latas, en cambio, dejó espacio para la improvisación… y el ingenio creativo.
Entre sus experimentos más llamativos y que bien podrían ser el guion de una película de ciencia loca, destaca su incursión en el vuelo humano: a los 60 años, decidió que era buen momento para inventar un planeador montado sobre patines.
Sí, como lo lees: patines. No contento con ser pionero en química orgánica y revolucionar la agricultura, el señor se dijo: ‘¿Y si hoy me convierto en Ícaro, pero con menos cera y más estilo?’
Si eso no es espíritu innovador, entonces no sabemos qué lo es. ¡Y pensar que hoy nos emocionamos con volar un dron!
Pero la historia no termina ahí. En 1925, en la misma ciudad de Tepic, nació otro genio: Luis Ernesto Miramontes Cárdenas.
Con solo 26 años, Luis Ernesto hizo algo que cambiaría el mundo para siempre: fue inventor de la hormona base para la píldora anticonceptiva, la cual cambió la vida sexual de toda la humanidad.
Sí, ese pequeño invento que revolucionó la planificación familiar y los derechos reproductivos. ¡Y todo gracias a la motivación de su tía Lola Cárdenas, una maestra rural que le enseñó a amar las matemáticas y la ciencia!

En su juventud, Miramontes soñaba con figurar junto a los grandes científicos que admiraba, como Louis Pasteur. Hoy, su apellido aparece junto al de Pasteur en la Oficina de Patentes de Estados Unidos.
¡Y la BBC de Londres lo incluye en su lista de los cinco científicos latinoamericanos más sobresalientes de todos los tiempos!
Estas historias no son sólo sobre logros científicos, son sobre pasión, curiosidad y el deseo de hacer del mundo un lugar mejor. Los nayaritas Vicente y Luis Ernesto nos muestran que, con determinación y un toque de locura, cualquier cosa es posible.
Y quién sabe, quizá el próximo gran invento esté en la mente de algún alumno del CBTIS de Puga, en el CETIS #100 o por qué no el CONALEP de la Cantera.
Fuente: Ilse Valencia Gaceta UNAM Ago 19, 2024 / Romo de Vivar, Alfonso. Química de la Flora Mexicana. Investigaciones en el Instituto de Química. Recuperado en: books.google.co.ve/ lifeder.com



