En Nayarit, miles de personas enfrentan a diario barreras que dificultan su acceso a una vida plena y digna. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020, más de 68 mil personas en el estado tienen dificultades severas para realizar actividades cotidianas. A esto se suman más de 33 mil personas que enfrentan problemas para caminar, 28 mil con dificultades visuales, y más de 11 mil que necesitan ayuda para tareas básicas como vestirse o alimentarse. Estas cifras revelan las enormes dificultades que siguen existiendo para la plena inclusión de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida, y es importante señalarlos, especialmente en el Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Uno de los mayores retos que enfrenta esta población es la falta de accesibilidad. A nivel laboral, la dificultad para moverse y las barreras físicas son una realidad que afecta a muchas personas en Nayarit. Incluso, en las oficinas y servicios gubernamentales, los obstáculos son notables: un 23.3 por ciento de las personas con discapacidad en el estado sienten que enfrentan discriminación cuando intentan acceder a estos servicios.
Aunque las estadísticas son duras, también muestran una realidad mucho más compleja y preocupante: la discriminación. En los últimos años, Nayarit ha visto un aumento en las experiencias de rechazo hacia las personas con discapacidad. En 2022, el porcentaje de personas que vivieron alguna forma de discriminación en el estado creció del 13.1 por ciento al 17.9 por ciento, colocándolo entre los 10 estados con mayor aumento de este problema.
A nivel nacional, la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) 2022 reveló que un gran porcentaje de la población considera que las personas con discapacidad son “de poca ayuda” en el trabajo, o no estarían dispuestos a alquilarles un espacio en su hogar. La situación es aún más grave para quienes tienen discapacidades mentales e intelectuales, quienes enfrentan mayores prejuicios y estigmas.
Una de las principales dificultades para las personas con discapacidad, según la encuesta, es la falta de infraestructura adecuada. El 31.9 por ciento de las personas con discapacidad mencionaron que las calles, el transporte y las instalaciones públicas no están diseñados para sus necesidades. Además, la discriminación laboral sigue siendo una barrera constante: casi la mitad de las personas con discapacidad que buscan empleo perciben un alto grado de discriminación, especialmente las mujeres.
En este contexto, algunos legisladores de Nayarit han comenzado a tomar medidas para mejorar la situación. El diputado Luis Daniel Pérez Lerma lanzó un exhorto para que los 20 municipios del estado implementen acciones que garanticen una movilidad más accesible para todos. Por su parte, la diputada Carmina Yadira Regalado Mardueño presentó una iniciativa para garantizar accesos adecuados y playas inclusivas, con infraestructuras y señales que promuevan la accesibilidad total.
Sin embargo, la verdadera lucha está en la calle, en la vida cotidiana. Grupos como Chuekoras Tepic o Modo inclusivo Tepic, colectivos de personas con discapacidad en sillas de ruedas, visibilizan la falta de accesibilidad en la ciudad. A través de sus redes sociales, muestran cómo las rampas son inadecuadas, las banquetas están bloqueadas o mal diseñadas, y cómo los accesos son, en muchos casos, completamente inaccesibles.
En un incidente ocurrido en agosto, miembros del colectivo fueron abordados por la policía mientras realizaban una actividad en la Ciudad de las Artes Indígenas, intentando sortear escalones debido a la falta de rampas. El colectivo ha señalado que el verdadero riesgo está en las calles mal diseñadas, donde no hay opciones seguras para moverse. Su mensaje es claro: la inclusión no puede depender sólo de buenas intenciones o de discursos; debe reflejarse en acciones concretas y en el diseño de una infraestructura que respete y garantice la dignidad de todas las personas.
Este tipo de situaciones ponen de manifiesto que la construcción de una sociedad verdaderamente inclusiva no es algo que se logre de un día para otro. Requiere voluntad política, pero también empatía cotidiana y un compromiso real en cada decisión que tomemos como sociedad. En lugar de conmemoraciones o celebraciones puntuales, la inclusión debe ser una prioridad en cada proyecto, cada obra pública, y en cada pequeño gesto que hagamos para asegurar que nadie quede atrás.



