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lunes, diciembre 8, 2025
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Crónica del dolor: Entre lágrimas y consuelo

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Suben el féretro a la carroza y los sollozos se ausentan del lugar; pareciera que la resignación llegó a los familiares, quienes saben que ahora su ser querido va a descansar en paz

Durante una misa de cuerpo presente que se llevó a cabo este domingo en la iglesia de Fátima, ubicada en la colonia Mololoa, desde la última de las bancas de este recinto católico fuimos testigos del dolor que provoca la muerte de un ser querido.

Ahí, sentados, sin conocer a nadie y sin intercambiar palabra con los dolientes, sentimos el dolor que provoca la partida de este mundo de un ser amado.

Mientras el sacerdote expresaba palabras de aliento dedicadas a los dolientes, un ataúd se apreciaba estático frente a la imagen de la Virgen de Fátima.

En el ataúd descansaban los restos de una mujer de la cual se rumoraba entre los presentes que había sido una gran dama y que durante toda su vida se dedicó a dar lo mejor de sí a sus seres queridos, pero una enfermedad acabó con su vida.

En las bancas del templo había personas que cubrían su dolor con anteojos oscuros; algunas mujeres sollozaban, los hombres lloraban en silencio y algunos menores de edad, ajenos a la realidad, jugaban al lado de sus padres.

Durante la ceremonia, los abrazos entre los asistentes se volvieron un consuelo; las lágrimas brotaban del alma por la pérdida irreparable.

Al término de la misa, mientras el féretro era retirado del templo, un silencio inaudito permitió escuchar los lamentos de algunos presentes.

Entre los asistentes se apreciaban hombres, mujeres, jóvenes, niños y algunas mujeres que cargaban entre sus brazos a sus hijos, quienes en estos momentos se convierten en una gran motivación para seguir vivos.

Suben el féretro a la carroza y los sollozos se ausentan del lugar; pareciera que la resignación llegó a los familiares, quienes saben que ahora su ser querido ya no siente dolor.

El sacerdote eleva la voz con serenidad, consciente de que cada despedida deja una herida distinta, y emite la bendición a los presentes: “Que la bendición de Dios esté con todos ustedes”. Acto seguido, cierran la carroza funeraria y todos se retiran.

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