Por cuarto año consecutivo, Tepic fue escenario del encendido del Árbol de la Esperanza, un acto simbólico dedicado a visibilizar la realidad de las familias de personas desaparecidas y a mantener vigente la exigencia de búsqueda, verdad y justicia. La actividad se realizó en la plaza principal de la ciudad y congregó a familiares, colectivos de búsqueda y autoridades vinculadas a la defensa de los derechos humanos.
El evento fue organizado en coordinación con el Colectivo Familias Unidas por Nayarit, y contó con el acompañamiento de la Comisión Municipal de Derechos Humanos de Tepic, la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas de Nayarit y la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos para el Estado de Nayarit. Los participantes enfatizaron la importancia de la colaboración entre las familias y las instituciones para fortalecer la memoria colectiva y avanzar en la atención de este delito.
A diferencia de los árboles navideños tradicionales, el Árbol de la Esperanza no fue decorado con luces o adornos festivos. En su lugar, se cubrió con los rostros de personas desaparecidas. Cada imagen simboliza una historia inconclusa y el derecho fundamental de toda persona a ser buscada, recordando que la desaparición no es un hecho del pasado, sino una realidad que continúa afectando a numerosas familias en la actualidad.
Durante el encendido, la presidenta de la Comisión Municipal de Derechos Humanos de Tepic, Karen Aguayo, resaltó el significado de este ejercicio de memoria. “Cuatro años de encender el ‘Árbol de la Esperanza’, de visibilizar que la Navidad no se vive igual para todas las personas, que la ausencia tiene olor, nombre, recuerdo y amor. Gracias a las familias por su confianza”, expresó.
Las familias señalaron que este acto tiene como objetivo evitar la normalización de la desaparición de personas y reiteraron que se trata de un delito permanente mientras no se logre la localización de sus seres queridos. Asimismo, subrayaron la necesidad de que los derechos humanos no solo sean reconocidos, sino también garantizados y aplicados, para prevenir la repetición de estos hechos.
Durante el encuentro, también se hizo un llamado a la sociedad en general para detenerse, observar el árbol y reflexionar sobre el impacto que la desaparición tiene en las familias, con especial énfasis en niñas, niños y adolescentes, quienes enfrentan de manera directa las consecuencias de la ausencia de sus seres queridos.
El Árbol de la Esperanza se consolida como un símbolo anual de memoria, resistencia y exigencia social. Cada año, este acto recuerda que las personas desaparecidas siguen siendo buscadas y que su ausencia no puede ser olvidada. El encendido concluyó con el compromiso de continuar visibilizando esta causa y de mantener viva la demanda de verdad, justicia y no repetición.
