Hay un monumento que casi nadie pela en la plaza principal de Tepic, no da sombra, no brilla, ni siquiera tiene placas, pero ojo, esa piedra vio cosas que ni La Rosa de Guadalupe se atreve a contar.
Hablamos, de la Columna de la Pacificación, la cual se creó para conmemorar el triunfo del ejército republicano sobre el general Manuel Lozada.
El Tigre de Álica. ¿Caudillo? ¿Defensor de los agraristas? ¿Bandolero? ¿El Robín Hood del siglp XIX? Una leyenda en Nayarit. Amado por muchos, odiado por algunos, temido por todos.
¡Y cómo no! Si andaba entre guerrillas, pleitos, traiciones y balazos como si fueran tacos en feria. Pero no crean que cayó en combate ¡no!, lo traicionó su amigo, su compa, su camarada, su lugarteniente Andrés Rosales, mientras se bañaba en un arroyo. Y aunque su archienemigo, el general Ramón Corona, no apretó el gatillo la orden llevaba su sello.

El 19 de julio de 1873, se acabó el rugido. Al año siguiente, el 30 de mayo de 1874, Tepic levantó una columna, pero ojo, no fue para honrar al tigre, fue para celebrar que ya no estaba.
El maestro constructor Gabriel Luna y Rodríguez, encargado de la obra, la imaginó esbelta, apuntando al cielo ¡un auténtico Armani de piedra! Y el 5 de septiembre, las placas de mármol se grabaron con letra de lujo.
En octubre, su barandal se fundió en Jauja, tan elegante que hasta el fuego echo chispas y aplaudió. En diciembre, la estrenaron sin alfombra roja, pero con toneladas de buena voluntad.
La construcción duró siete meses. En 1950, el minimalismo arrasó con la plataforma y se dice, se cuenta, se rumora que sus placas de mármol se las robaron, cierta gente pudientes, pero buenas gentes.

De aquel glamurosísimo conjunto sólo queda ella, es columna sola, digna, la única invitada que no quiso irse de la fiesta, la modernidad le quitó su voz, sin embargo quien se detiene a verla y escucha con atención todavía se oye su historia.
Porque a veces la paz no se grita, se susurra desde la piedra, esta columna de cantera es la cicatriz que no escondemos entre gritos del pasado y risas del presente.
Fuentes: Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Nayarit/ Historiador Pedro López González.



