A tan sólo unas horas de que finalice el 2025, comienza el ritual social de replantear objetivos y cuestionarse qué hacer para que el nuevo ciclo que se aproxima sea exitoso. Ante esto, los especialistas en salud mental advierten que la clave para no fallar en el intento radica en la metodología: transformar los grandes deseos en tareas concretas.
Ricardo Dueñas, psicólogo y psicoterapeuta contextual, explica que es común tener la intención de mejorar, ya sea bajar de peso, ser más puntuales o dejar de procrastinar, pero el problema surge cuando no se identifica la necesidad real detrás de ese deseo. “Algo que nos ayuda bastante es poder describir este deseo, este propósito, en acciones muy pequeñas, que puedan ser medibles, descritas con precisión y sobre todo que pueda haber una evidencia tangible de que se está logrando”, detalló el especialista.
Para el experto, la herramienta principal para cumplir proyectos en este 2026 es la capacidad de medición. Ilustró esto con uno de los propósitos más comunes: adelgazar. Si la meta se queda en “quiero bajar de peso”, es demasiado ambigua.
“Necesitamos encontrar la forma de hacerlo más concreto; si quiero bajar cinco kilos, eso lo vuelve medible porque tengo un peso de inicio y tendré un resultado”, explicó. Además, insistió en definir el cómo: en lugar de sólo desear el cambio, se deben enlistar acciones específicas como “consumir ciertos alimentos, dejar el pan, la tortilla o el refresco”, pues éstas son tareas ejecutables y verificables.
Finalmente, el psicólogo hizo un llamado a cambiar la rigidez por la empatía personal. Reconoció que es posible que los objetivos sufran retrasos o no se cumplan exactamente como se planeó, y ante ello, la respuesta no debe ser el castigo.
“Es importante tener metas, pero es más importante ser cálidos y compasivos con nosotros mismos; eso es lo que genera verdaderamente el cambio”, concluyó Dueñas, recordando que los propósitos deben nacer del deseo de tener una mejor vida y no de la presión por encajar en un estereotipo social.



