Dicen que lo que no se ve, no existe. Bajo esa premisa, imagina una extensión tan vasta como La Tovara. Ahora, suma trece veces el tamaño del parque La Loma de Tepic. Esta es la magnitud del área consumida por el incendio en el ejido El Saucito, municipio de Del Nayar, Nayarit. Este siniestro ha devorado 5 mil 980 hectáreas de vegetación en la zona serrana del estado, convirtiéndose en el más devastador del año en curso. El Saucito se encuentra aproximadamente a 40 kilómetros de la capital estatal, Tepic, y su cabecera municipal, Jesús María, está a más de 76 kilómetros.

Este incendio es uno de los nueve activos hasta el corte del 19 de mayo a las 12:40 horas, según el Monitor de Tarjeta Diaria de Incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor). En conjunto, estos incendios han arrasado 16 mil 656 hectáreas de flora, casi tres veces el tamaño de La Tovara. Esta cifra representa un 41.8 por ciento más que la superficie quemada en los 70 incendios registrados en 2020, cuando se afectaron 11 mil 740 hectáreas. En ese año, Nayarit comenzó a aparecer en la lista de las entidades más afectadas por incendios forestales, según el reporte anual de la Conafor.
El incendio de El Saucito se inició el 29 de abril y, hasta el último reporte del 19 de mayo, estaba controlado al 98 por ciento y liquidado al 95 por ciento. Sin embargo, hasta el 16 de mayo, el reporte señalaba que se habían consumido 5 mil 200 hectáreas de vegetación. En sólo 24 horas, el área afectada aumentó en 700 hectáreas, alcanzando las 5 mil 900 hectáreas.

Es importante destacar que esta zona pertenece a la Cuenca Alimentadora del Distrito Nacional de Riego 043, un área natural protegida por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). En esta región existen 56 especies endémicas de plantas y 45 de animales, así como cinco especies de animales y cuatro de plantas microendémicas.
El Saucito no es el único incendio en esta área protegida. En los predios El Cangrejo y Santa Gertrudis, brigadistas también combaten siniestros, que han destruido 590 y 175 hectáreas respectivamente. La geografía accidentada del lugar no sólo complica la acción rápida, sino que también el comisariado ejidal, la máxima autoridad local, debe reportar la alerta hasta la cabecera municipal, Jesús María, y esta, a su vez, a las autoridades estatales. Los trámites burocráticos ralentizan el proceso.
El acceso a la zona es extremadamente complicado, y en un lugar donde viven menos de 100 personas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su Censo de Población y Vivienda 2020, se complica aún más la respuesta. Estas localidades a menudo no representan una prioridad inmediata.
Por su ubicación, el equipo de brigadistas más cercano se encuentra en Tepic, pero en ese mismo instante, estaban combatiendo otro incendio significativo en el ejido 6 de Enero. Este incendio, del 13 al 16 de abril, aumentó de 135 hectáreas a 2 mil 400 hectáreas, devastando 31.4 hectáreas por hora. En las siguientes 24 horas (del 16 al 17 de mayo), el incendio devoró mil 100 hectáreas más, una alarmante tasa de 45.8 hectáreas por hora.

Otro incendio importante es el de Pedernales, también en Del Nayar, aunque fuera del área natural protegida. Este incendio ha afectado 4 mil 870 hectáreas, siendo el segundo más grande de esta temporada. Además, Huajicori y Santa María del Oro tienen dos incendios activos cada uno, sumando en conjunto mil 441 hectáreas devastadas.

Hasta el último reporte de la Conafor, 118 brigadistas están combatiendo estos nueve incendios, arriesgando sus vidas para proteger la flora y fauna del estado. Los incendios forestales son un problema cada vez más grave. Entre 2020 y 2023, el área afectada por incendios aumentó más de un 674 por ciento, es decir, 7.7 veces. Los incendios desatados durante 2023 equivalen al 3.2 por ciento de la extensión territorial de todo el estado, casi lo mismo que ocupa el municipio de Santa María del Oro.

El impacto ambiental de estos incendios es devastador. La pérdida de miles de hectáreas de vegetación afecta no sólo al ecosistema local, sino también a la biodiversidad de la región. Las especies endémicas y microendémicas enfrentan un riesgo aún mayor. La destrucción de su hábitat natural podría llevar a la extinción de algunas de estas especies, lo que tendría consecuencias irreparables para la biodiversidad de Nayarit.
Desde una perspectiva social, los incendios también afectan a las comunidades locales. Muchas de estas áreas son hogar de poblaciones rurales que dependen de los recursos naturales para su subsistencia. La pérdida de vegetación y fauna impacta su medio de vida, además de poner en riesgo su seguridad y salud. El humo y las cenizas resultantes de los incendios pueden causar problemas respiratorios y otras enfermedades, especialmente entre los grupos más vulnerables, como niños y ancianos y en lugares tan apartados es difícil el traslado de los enfermos para darles una atención adecuada.
La causa de estos incendios se atribuye a múltiples factores, tanto naturales como humanos como señala la Conafor en sus informes. Entre los factores naturales se incluyen las altas temperaturas y la sequía, condiciones que se han intensificado debido al cambio climático. Sin embargo, una gran parte de los incendios son provocados por actividades humanas, ya sea de manera accidental (actividades ganaderas 18 por ciento de los casos y actividades agrícolas 16.7 por ciento de los casos) o intencional (28.6 por ciento de los casos).
Es crucial implementar medidas de prevención y control de incendios forestales. Esto incluye la educación y concienciación de las comunidades locales sobre las prácticas seguras para evitar incendios, el establecimiento de sistemas de alerta temprana, y la mejora de la infraestructura y recursos para la rápida respuesta y control de incendios. Además, es fundamental fortalecer la colaboración entre las autoridades locales, estatales y federales para una gestión más eficiente de los recursos y la implementación de políticas efectivas de manejo forestal.
Los incendios forestales en Nayarit representan una grave amenaza para el medio ambiente y las comunidades locales. La magnitud de estos siniestros, agravada por factores geográficos y burocráticos, requiere una atención urgente y una acción coordinada para prevenir futuras catástrofes, no porque no se vean quiere decir que no requieran atención. La protección de las áreas naturales y la biodiversidad es una responsabilidad compartida que demanda esfuerzos sostenidos y la colaboración de todos los sectores de la sociedad.