“El antiguo principio de que la adquisición del saber es indisociable de la formación (Bildung) del espíritu, e incluso de la persona, cae y caerá todavía más en desuso”
Jean-François Lyotard
En Nayarit hay nueva oportunidad para formarse en la profesión de medicina. En efecto, el Gobernador Miguel Ángel Navarro Quintero ha hecho el anuncio. El espacio se crea al cobijo de la Universidad Politécnica del Estado de Nayarit. El anuncio merece procesarse desde una perspectiva social, en línea con la filosofía personal del mandatario nayarita.
El significado de esa noticia no se debe desligar de la ética profesional a la que el mismo gobernante ha aludido en repetidas ocasiones. La filosofía del gobernante nayarita en cuanto al ejercicio de las profesiones, en especial la del médico, es la del compromiso social, la de colocar por encima del interés personal, el interés de la comunidad en la que sirve.
Esa filosofía, ese sentido ético del Gobernador, se ha expresado en su discurso y en su proceder. En diferentes espacios y oportunidades, ha llamado a médicos y profesionistas a comprometerse socialmente. El discurso del doctor Navarro es congruente con la mejor línea de pensamiento que marcó al siglo XX. El mensaje se alinea con las mejores manifestaciones del humanismo que coloca a las personas en el centro de atención de políticas públicas, como las que se requieren en el ámbito educativo.
No es incorrecto ni repugnante que las personas aspiren a mejorar constantemente su nivel de bienestar. Es claro que ese es un derecho humano y para eso se deben preparar las personas. Eso se alinea con la concepción constitucional. Tengamos presente que la Ley Fundamental, cuando se refiere a la democracia, expande su significado, al precisar que esta no es solamente “una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”. Los profesionistas, los estudiosos tienen el derecho de acceder a una vida mejor, a niveles de bienestar en constante crecimiento.
La educación puede aprovecharse para mejorar, crecer, avanzar, pero eso no debe ser por encima de los demás. Tampoco ser a costillas de los demás. Recordemos que la educación pública no es gratuita. En realidad, la educación pública le cuesta a la sociedad mexicana, viene de recursos petroleros y de impuestos. Resulta execrable aprovechar la educación pública para obtener exorbitantes privilegios privados.
El compromiso social como una forma de pensamiento de la esencia educativa, no es un asunto nuevo. A fines de los setentas, Jean-François Lyotard, criticando al mercantilismo como hilo conductor de la educación, se refería al saber como valor de uso y al saber como valor de cambio.
Antes, en 1972, Salvador Allende exponía en la Universidad de Guadalajara que la formación de profesionistas debe ir ligada de formación humanística. En dicho escenario, el expresidente de Chile se refería a la estricta, a la rigurosa formación científica, de los profesionistas. Sostenía entonces que esa formación científica no debía desligarse de una formación ética, de una sólida filosofía de servicio, humanística.
Con verbo claro y contundente, en ese discurso ante universitarios, Salvador Allende no baja de arribistas a quienes describe como “jóvenes viejos”, a aquellos que egresan de las instituciones educativas pensando en enriquecerse a toda costa. Sostenía que “Allá hay muchos médicos -y yo soy médico- que no comprenden o no quieren comprender que la salud se compra, y que hay miles y miles de hombres y mujeres en América Latina que no pueden comprar la salud”.
El exmandatario chileno sacrificado en su defensa por la democracia, no era extremista ni planteaba una tesis socialista, sino democrática. Por esa razón, distinguía entre compromiso social y compromiso revolucionario: “La revolución no pasa por la Universidad y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores”. Esta tesis también la plantea Lombardo en su debate con don Antonio Caso en 1933.
Casi medio siglo antes (1933), en México, en el escenario de la Universidad Nacional Autónoma de México, Vicente Lombardo Toledano asumía, en el nombre de Marx, una tesis que seguramente el mismo Marx habría repudiado. No obstante, existen porciones de su discurso que conectan el sentir y el pensamiento común con Allende, en Lombardo, en Latapí o en Lyotard. Sin ambages, Lombardo sostenía que “la Universidad hace muchos años que arroja simuladores de la vida a la calle, competentes para ejercer una profesión, pero nada más. ¿Por qué? Porque no los han orientado, porque no les ha dado rumbo, porque los profesionistas se llevan como único principio político y social el hacer un patrimonio, el de labrarse una fortuna, el de triunfar a todo trance, el de tener éxito”. Para aquellos que quedaban con alguna duda sobre su forma de pensar, Lombardo añadía que “La palabra éxito, la palabra triunfo, ese acicate que nos ha corroído especialmente durante los últimos años, es una de las causas fundamentales de la bancarrota moral que el país sufre, porque sus hombres preparados son simuladores también de la vida, que únicamente van tras el éxito personal”. Cuando los profesionistas se educan en instituciones públicas, su enriquecimiento a toda costa es más que repulsivo, es ética, moralmente criminal.
La filosofía del doctor Navarro, Gobernador de Nayarit, se inscribe en una tradición del pensamiento humanístico. Esa tradición no condena la aspiración personal, sino el interés egoísta, que hunde sus cimientos en el patrimonio social, que parte de lo público para acceder a lo rigurosamente privado.
El pensamiento humanístico del doctor Navarro también actualiza la teoría y praxis educativa del fundador del Instituto Tecnológico de Tepic, el ingeniero J. Guadalupe Lara Pérez. El fundador del Tec de Tepic también promovió la Escuela Secundaria del Estudiante Técnico y de la Jornada Estudiantil Campesina (JoEsCa). La JoEsCa se concibió para que los estudiantes del Tec realizaran su servicio social llevando acciones alfabetizadoras o de apoyo a las comunidades, sobre todo rurales. Más adelante, el dirigente estudiantil del desaparecido Cecyt 84, Guadalupe Peña Gómez, llevó el modelo a la Normal Urbana en donde fue adaptada y rebautizada como Marcha Normalista Campesina.
Buena noticia da el Gobernador Navarro Quintero a los nayaritas: habrá nuevo espacio para la formación de médicos. La noticia es buena y será mejor si se enfatiza en ese nuevo espacio, la formación ética. Ese eje puede hacer la diferencia y sentar las bases para una filosofía educativa que rescate lo mejor de nuestra historia y de la historia universal.