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sábado, agosto 2, 2025
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El humo blanco de los morenos

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No es una iglesia, pero se parece. Mucho. Tiene una pontífice. Y una similitud con la católica que sorprende aún más: tiene dos pontífices. La que ejerce el poder pleno, y el pontífice emérito y vitalicio que gestiona su liderazgo con un bajo perfil que muchos suponíamos imposible. Tiene, pues, esa iglesia seglar mexicana, las figuras tropicalizadas de Francisco y Benedicto.

Permítaseme la licencia de esta metáfora para desarrollar la figura del humo blanco que todos vimos este domingo en la reunión del Consejo Nacional de Morena. Fue la señal no de una elección, como la del Cónclave que elige Papa. Pero la trascendencia es igualmente importante: como si fuera un Concilio, ha decidido cambiar a fondo para corregir el rumbo.

Este Concilio orientado por una doctrinaria carta de la pontífice Claudia Sheinbaum quiere regresar al origen del movimiento que se hizo en una década del poder casi completo (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) pero que en la vertiginosa cosecha de triunfos ha cargado con la penitencia: los excesos de quienes disfrutan las mieles del poder.

El ejercicio de tanto poder acumulado ha dejado sueltos controles institucionales y personales que manchan los aciertos del partido y sus gobiernos. Un día nos encontramos al diputado en helicóptero trasladándose a un sitio al que pudo ir en su auto o en Didi, a otro que viajó en primera clase a algún lugar del mundo, a quienes celebran fiestas faraónicas, usan marcas y relojes de precios ofensivos, familiares en la nómina, campañas anticipadas disfrazadas de festivales y otras linduras costeadas con fondos públicos.

Muchos, con alma priísta convertida al morenismo, estaban acostumbrados a discursos incendiarios a favor de la educación pública pero con hijos en escuelas primarias privadas con clases y conversaciones exclusivas en inglés o alemán. Los mismos que se cortaban las venas por las instituciones de salud pública pero se sacaban una uña enterrada en los mejores hospitales de Estados Unidos. Lo siguieron haciendo ahora aunque recitaran el credo de “por el bien de todos, primero los pobres”.

Con el humo blanco del Concilio que regresa a la doctrina original se imponen nuevas reglas en el partido. Serán obligatorias para sus militantes o para quienes lleguen a algún cargo público respaldados por Morena: Austeridad casi franciscana. No a la ropa de marca cara, ni fiestas faraónicas, ni a viajes de primera clase. Tampoco al nepotismo directo o disfrazado con intercambio de familiares en diferentes dependencias. No a heredar el poder ni a hacer campañas anticipadas para posicionar a familiares.

Es un atípico golpe en la mesa para que entiendan los que privilegian sus agendas sobre las del partido mayoritario y los gobiernos de éste emanados. La presidenta les ha dicho, sin esas palabras concretas: Hay mando. Pero lo ha hecho en una aparente paradoja: regresar a la esencia fundacional definida por López Obrador.

Hay un líder meritorio, al que no se le regatea nada. Pero hay una Presidenta en funciones que quiere corregir el rumbo antes de un desgaste que pase factura en lo electoral. Golpe maestro para quienes quisieran jugar en contra propagando que las exigencias se alejan de la narrativa obradorista umbilical.

Existen dos caminos para los morenos que pueden perturbarse con este humo blanco del Concilio del Consejo Nacional: 1.- Apegarse a las reglas explícitas que siempre fueron o debieron ser implícitas pero de obligatoria observancia. 2.- Renunciar a la militancia o a los cargos que ocupan. Así debe ser para que el partido que en una década se hizo del poder sin contrapesos no experimente su declinación a una velocidad poco deseable. Si no lo entienden con este mensaje dominical, el golpe vendrá a su mesa y dirigido específicamente a su propia persona, con las sanciones políticas o legales que los casos ameriten.

Porque este domingo se dijo, para quien quiera escucharlo: “¡Les anuncio una gran alegría: tenemos Partido!”

No se recurrió al latín porque los destinatarios podrían no comprenderlo. El español es más claro para todos y todas.

Veremos.

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