La anciana con sangre oriental que vive en Bosques de Chapultepec, pese a su obesidad, a la acumulación de años, el smog de la capital mexicana, el cambio sexenal de sus caseros, ella permanece estoica, sobreponiéndose a la muerte de sus parientes. Este fin de semana, sin el más mínimo asomo de culpa disfrutó su enorme pastel de manzana, aludiendo a sus treinta y cinco años. La vieja con espíritu de niña Xin Xin, gozó su fiesta organizada por la Ciudad de México. Cuarenta mil voces asistentes no lograron su propósito pese al coro: ¡Queremos pastel, pastel, pastel!
Ya teníamos un melancólico José José con su “Ya lo pasado, pasado” cuando de pronto, el 1 de julio de 1990, llega a nuestra vida, Xin Xin, hija de aquel Tohui que inspiró: Osito Panda, aún no andas y ya queremos verte jugar. Hoy, teníamos a su hija, un ser muy diferente a José al cuadrado que había nacido cuatro décadas también en la capital mexicana. Xin Xin llegó jugando y haciendo feliz a sus visitantes al zoológico chilango y así se ha mantenido durante tres décadas y media, marcando un récord pues su especie en libertad apenas vive entre quince y veinte años sin alcanzar el INAPAN osezno.
No comer carne, nutrirse de bambú, estarse checando su salud, recibir atención de sus cuidadores ha sido el secreto para tal longevidad, pero también taparse los ojos y orejas ante lo que sucede a su alrededor desde que sus ancestros chinos comenzaron la historia de los pandas en México en 1975 con sus abuelos Ying Ying y Pe Pe, sus abuelos que llegaron a nuestro país como embajadores de buena voluntad con la República Popular China.
En 1989, mientras su madre estaba preñada, China vivía protestas en la Plaza de Tiananmen, reprimidas violentamente por el gobierno. Era tiempo en el que el Tíbet pedía su independencia. En 1990 en México, se creaba el Instituto Federal Electoral, se restructuraba la deuda externa, podían votar los ministros del culto y el PRD inconforme con los resultados de Tabasco, iniciaba el “éxodo por la democracia” y se creaba el Tribunal Federal Electoral y el país se preparaba para el eclipse solar de 1991. Con una cinta roja preventiva atada a su cuerpo, su madre, paría a Xin Xin.
Con la calidad de vida asegurada poco le importaba a la recién nacida los tratados comerciales entre su país y el de sus antecesores y a sus treinta y cinco años, le sigue siendo ajeno el déficit comercial mexicano con China ni el disgusto de los vecinos del norte. Teléfonos móviles, computadoras, cámaras, vehículos, textiles, muebles juguetes a cambio de aguacates, tomate, cebolla, chiles, sandía y petróleo crudo. El bambú, su única razón.
En resumen, no era su tema el apoyo chino a los CENDIS en manos del PT que entre 2019 al 2022, acumuló 2 mil 984 millones en nuestro país. La inauguración y clausura de la fuente china de aguas saltarinas sobre el bulevar Colosio, le eran indiferentes. Prefería bailar al ritmo de gangnam style mientras acumulaba años y fans. Ella es feliz con su ancestral encomienda: la diplomacia panda en México que no es lo mismo, en México se pandea la diplomacia.