“Hablamos de inseguridad, cuando el Estado ha perdido el control medianamente o más que medianamente, de la seguridad pública de su territorio para poder brindarle seguridad plena a la sociedad. Surgida esta, como manifestación de una falla en la aplicación del Estado de Derecho”. Literatura sobre el tema.
EL ESTADO DE DERECHO
El Estado de Derecho, lo conocen todas las autoridades.
Porque todas y todos, juraron cumplir y hacer cumplir a la constitución y a las leyes que de ella emanen.
Mirando en todo, por el bien de la nación.
Que, si no lo hacen así, que el pueblo se los demande.
Es decir, que el pueblo se los reclame.
Señalándole mediante comisiones de la sociedad organizada en sus sectores productivos.
Sindicales, de clubes de servicios.
Organizaciones de colonos.
Partidos políticos en el poder o de oposición.
O bien, por conducto de los diferentes medios de comunicación.
Esto debe de ser lo normal. Porque eso dice la toma de protesta de todas y todos los gobernantes del país.
No debe de haber en ello, enfado, molestia o actuación en contra de ninguna autoridad en toda la República. Así protestó todo mundo que ejerce el poder en la nación.
LA DISCRECIONALIDAD
Pero este juramento se rompe, cuando quienes gobiernan lo hacen con discrecionalidad. Empezando por el negativo nepotismo, de favorecer a familiares, compadres, amigos y socios.
También con personalismo, diciéndolo de manera más clara, donde ellos y ellas, creen que son el poder. Algo peor, en sus periodos de mandato, actúan como si fueran dueños y dueñas del poder.
Aquí está el error.
Aquí está la clara violación al Estado de Derecho.
Y con ello, el distanciamiento en la aplicación y respeto a las leyes.
Como el distanciamiento para cuidar de la seguridad pública.
Porque cuidar de la seguridad pública, implica dos cuidados muy puntuales.
Cuidar de la seguridad del país, el estado o el municipio.
Cuidar que el mando del gobierno, no se divida, cediéndole parte de él a los violentos.
AL NO CUMPLIR
Al no cumplir con el mandato que establecen las leyes, surgen los riesgos que permiten la apertura de las puertas del poder a la violencia y a los violentos.
Todo porque no se les dice no a los actos de corrupción.
Donde pueden aceptarse apoyos económicos, materiales o políticos de parte del crimen organizado.
Haciendo posible que mandos de la seguridad pública en todos sus niveles, sean beneficiarios de favores o de recursos.
Convirtiendo a miembros de la seguridad pública en la práctica, en trabajadores de los que andan fuera de la ley. Volviéndose, por lo tanto, en un peligro para los individuos, las familias y para la sociedad.
No se le dice que no a la impunidad.
Permitiendo que el que delinque, ande libre y continúe delinquiendo.
Volviéndose poco a poco en un jefe o capo de alguna célula mafiosa.
Y en un grave peligro para la sociedad.
No se le dice que no a la violencia.
Propiciando que esta se vaya extendiendo más y más en grupos violentos.
En espacios territoriales.
En secuestros, cobros de piso, ejecuciones.
En robos de mercancías en establecimientos y en carreteras.
Feminicidios, homicidios dolosos.
Trata de blancas, extorsiones.
LA PAZ Y LA TRANQUILIDAD
La paz y la tranquilidad, se construye respetando a la Constitución y a las leyes que de ella emanan. Fortaleciendo a la participación ciudadana, con una sólida y real división de poderes. Con respeto de las funciones de cada uno. Apertura republicana a todas las corrientes políticas e ideológicas.
Esa es una premisa básica, para poder hablar de la participación democrática o de la sociedad participativa, que se maneja en los discursos de los que nos gobiernan en los diferentes niveles.
Con libertad religiosa abierta.
Libertad política y para todos los partidos políticos abierta.
Libertad de expresión, reunión, de imprimir, y de manifestación, abiertas.
Eso forma parte del piso firme del buen camino rumbo a la seguridad pública.