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miércoles, septiembre 17, 2025
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Así está la cosa | Los santos jugando baraja con los chamucos

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¡Caray, chato! Me puso usted a investigar un asunto que resultó ser más enredado que un plato de espagueti en un temblor. Porque fíjese que yo también pensé que nuestro funcionario de Tabasco se había ido a las lejanas tierras de Paraguay a dar un discurso, a platicarles de la estrategia de seguridad, del “abrazo no balazo” o de cómo pulir una patrulla… ¡qué sé yo!

Pero ¡qué va! La cosa fue muy distinta. Más que nutrirme de sus palabras, me nutrí del tremendo sorpresón.

Resulta que el susodicho, que era ni más ni menos que el exsecretario de Seguridad de Tabasco, el señor Hernán Bermúdez, no andaba allá de turista ni de ponente. ¡Andaba de prófugo! Se nos fue de viaje sin avisar, como quien dice, a tomarse unas vacaciones permanentes y lo fueron a encontrar viviendo a todo lujo, con alberca y jacuzzi, en un barrio de esos de alcurnia en Paraguay. O sea, que mientras acá uno se preocupa por ponerle doble cerrojo a la puerta, el mero encargado de los cerrojos andaba viviendo la vida loca con la llave maestra.

Y aquí es donde a uno le empieza a patinar el coco, ¿me entiende? Porque las implicaciones de esto son… ¡bárbaras!

Póngase a pensar: el hombre cuyo trabajo era perseguir a los malandrines, resulta que presuntamente era el jefe de la banda. ¡El pastor del rebaño era el mero lobo! El que nos decía “pórtense bien”, al parecer se estaba portando peor que todos. Entonces, ¿cómo queda la confianza? ¿A quién le reza uno si los santos andan jugando a las barajas con los diablos?

La implicación más gorda es que nos deja ver que el organigrama del crimen a veces se confunde con el organigrama del gobierno. Que el que debía poner el orden, era el que organizaba el desorden. Y claro, ahora empieza el salpicadero, que si su jefe, el exgobernador Adán Augusto, sabía o no sabía… ¡Hombre, por favor! Es como tener un cocodrilo de mascota en la tina y decir que uno pensaba que era una lagartija. ¡Hay que tener mucha… digamos, distracción, para no darse cuenta!

Así que el funcionario no fue a dar declaraciones, chato. Al contrario, ahora es él quien va a tener que declarar, y mucho. Lo fueron a pescar con las manos en la masa… o más bien, en el jacuzzi.

Al final, este asunto nos demuestra que la realidad supera cualquier película. Nos deja esa sensación de que el encargado de cuidar el gallinero, a lo mejor hasta traía la receta para el mole.

¡Ahí está el detalle!

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