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jueves, septiembre 18, 2025
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Ahí se las dejo… | ¿Por qué una nueva columna?

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Y la pregunta es buena, no crea que no. En un mundo donde ya sobran papeles y faltan árboles, donde cada quien grita su verdad desde una azotea digital, ¿qué falta hace otra voz más metiendo su cuchara? ¿Para qué abrir otro changarro de palabras en una calle que ya está llena de ellos?

La respuesta corta es: no sé. A lo mejor no hace falta.

La respuesta larga es la razón de ser de este rinconcito que hoy arranca sin numerar. Es la columna cero.

Vivimos ahogados en gente muy seria. Hombres serios de traje oscuro que nos explican la economía con gráficos que nadie entiende. Analistas serios de ceño fruncido que debaten el futuro del país, del estado y de la ciudad usando un lenguaje que parece diseñado para espantar a los mortales. La seriedad se ha vuelto un disfraz de la inteligencia, una máscara para esconder, muchas veces, que no se está diciendo absolutamente nada.

Esta columna, pues, desconfía de esa clase de seriedad. Le tiene alergia a la palabra solemne, al tono de estatua, a la corbata imaginaria. Porque debajo de esa capa de formalidad es donde, con frecuencia, se cocinan las peores mentiras y los absurdos más grandes.

El plan aquí es otro. Es practicar un tipo distinto de seriedad: la seriedad del payaso que le dice al rey que va desnudo. Es la seriedad del niño que pregunta lo obvio, eso que los adultos han aprendido a no preguntar por buena educación.

La irreverencia, si se usa bien, es un bisturí. Nunca querrá ser una daga, aclaro. Sirve para cortar la piel de las apariencias y ver qué hay debajo. A veces una buena carcajada desarma mejor que un grito, y una pregunta simple, casi tonta, puede derrumbar el argumento más inflado. Se trata de usar las palabras del mandado para hablar de las cosas importantes. De explicar el mundo no con la jerga del académico, sino con la lógica del que se sube al camión todos los días.

No espere aquí, pues, el análisis exhaustivo ni la respuesta definitiva. Éste no es un consultorio. Es más bien un taller, un laboratorio de dudas. Aquí vamos a intentar mirar la realidad al revés, de abajo para arriba, a ver si así le encontramos un ángulo nuevo. Hablaremos de lo que nos pasa, no de lo que los de arriba dicen que nos pasa.

Así que, ¿por qué una nueva columna?

Porque a lo mejor hace falta un espacio para este tipo de seriedad, la que no le pide permiso a nadie. Para tener un rincón donde la duda sea bienvenida y la pregunta, la invitada de honor.

Ya veremos si el experimento funciona. Por lo pronto, el local ya está abierto.

Ahí nos leemos. ¿Cada cuándo? Si el codo director no paga, cada que me inspire. Si paga bien, me inspiro diario.

Ahí se las dejo…

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