¿Y si te digo que la etiqueta de la cerveza que abres todos los fines de semana … fue trazada por nayarita santiaguense? Y además pintó gran parte de esos calendarios que mirabas en la casa de tu abuela.
Sí, todo hecho por un nayarita.
Eduardo Cataño nació el 1 de noviembre de 1904: pintor, músico, poeta. Hijo de fotógrafo y de una mujer con sangre de marinero alemán. Se va joven a la Ciudad de México y en un parpadeo ya dibuja viñetas, portadas y caricaturas.

A los 18 se gradúa en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México. Entra a Galas de México, la fábrica que llenó casas con calendarios. Esos de charros, chinas poblanas y el calendario de la Coca Cola. Diseñaba tan bonito sin Photoshop; que su mejor filtro fue el tiempo.
Y ojo: diseñó la etiqueta, sí, esa, de la cerveza Corona. Piensa: un trazo suyo terminó en refrigeradores, hieleras y en la mano del cuñado más orgulloso del barrio. ¿Quién diría que una idea nacida en un estudio iba a aterrizar en tu carnita asada o en la camaronisa de domingo?
Imagínalo: Eduardo con pincel en mano pensando: ‘esta etiqueta va a sobrevivir a mis deudas’. Y la etiqueta, como buen pariente incomodo, sí sobrevivió.

Pero no todo era mercadotecnia: escribió Santiagueño Mariachero, un poema que se volvió himno de la Costa de Oro de Nayarit. Eso es legado no sólo mercadotecnia. La poesía queda en el verso; la etiqueta en la mano… y la cerveza, fiel a su oficio, ya se fue.
Murió el 12 de mayo de 1964 en la Ciudad de México. Y sin embargo su firma sigue colgada en muros, en hieleras y refrigeradores, en voces. Esa es la inmortalidad cotidiana: cuando tu obra vive en la rutina de otros.
¡Así que recuerda el nombre de Eduardo Cataño, la próxima vez que digas SALUD!!!