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martes, septiembre 23, 2025
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A propósito de la ENVIPE 2025

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Una de las dificultades crecientes en el México de nuestros días es la de contar con datos duros que posibiliten un acercamiento a la realidad y, a partir de ella, tratar de llegar a sus causas próximas y remotas, así como a la manera de fortalecer o modificar “lo que sea menester” [por usar una expresión en desuso].

La desaparición de instituciones, los recortes presupuestales, la descalificación constante de organismos de la sociedad civil desde la más alta tribuna de la nación configuran un panorama que dificulta la escucha de voces alternativas a las oficiales con una presencia preponderante en el panorama informativo y, no se diga, de voces que se oponen ―con razón y sinrazón― a lo oficial y a lo oficioso.

Entre los residuos de fuentes confiables, con algunos “asegunes”, tenemos al INEGI que, hace poco más de un mes, estuvo en el foco de la atención gubernamental por la publicación de su primera medición de la pobreza multidimensional, en el que se subraya la disminución de la población en situación de pobreza, de la población en pobreza multidimensional y la población de la población en pobreza extrema, así como en el aumento del porcentaje [sin mencionar el número] de población vulnerable por carencias sociales…

Muy probablemente, este no será el caso con la publicación de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública [ENVIPE] 2025, cuyo objetivo consiste en “obtener información con representatividad a nivel nacional y estatal, que permita realizar estimaciones de la prevalencia delictiva que afectó a los hogares durante 2024, los niveles de incidencia delictiva y cifra oculta; […] obtener información sobre la percepción de la seguridad pública y el desempeño de las instituciones a cargo de la seguridad pública y la justicia [y recabar] información sobre las características del delito, el contexto de la victimización y el impacto económico y social del delito […] a fin de proveer información al público en general y para la toma de decisiones de política pública en estas materias”.

En el Comunicado de Prensa del 18 de septiembre pasado, se destacan cinco “datos duros” de los resultados de la ENIVPE 2025:

  • En 2024, 29.0 % de los hogares en México tuvo al menos una o un integrante víctima de delito
  • 23.1 millones de personas de 18 años y más fueron víctimas de algún delito. La tasa de prevalencia delictiva fue de 24,135 víctimas por cada 100 mil habitantes.
  • Los delitos más frecuentes fueron fraude, robo o asalto en calle o transporte público y extorsión.
  • 93.2 % de los 33.5 millones de delitos que ocurrieron no se denunció o la autoridad no inició una carpeta de investigación. Este subregistro se conoce como cifra oculta.

Sin necesidad de mayores esfuerzos, en esos cuatro datos destacados en los primeros párrafos del comunicado de prensa, podemos encontrar un panorama que no es tan alentador como el del comunicado de hace poco más de un mes.

Si tomamos en cuenta que en nuestro país se registra un total de poco más de 35 millones de hogares, el 29% de ellos representa un total de más de 10 millones de hogares en los que, al menos uno de sus integrantes adultos, fue víctima de algún delito en el año 2024.

El dato de los 23.1 millones de personas adultas que fueron víctimas de algún delito el año pasado no requiere, en principio, mucho más que un ejercicio de imaginación y de reflexión, mientras que el tema de la prevalencia parece retarnos a imaginar a uno de cada cuatro mexicanos y mexicanas siendo víctima de algún delito.

El dato de los delitos más frecuentes, por su parte, nos permite darle “un rostro” a los delitos padecidos por la población adulta de nuestro país… El vecino defraudado; la amiga asaltada en la calle; el conocido asaltado en el transporte público, el comerciante o el productor extorsionado por la delincuencia organizada…

Y el 93.2% de los 33.5 millones de delitos ocurridos y no denunciados o denunciados sin que se haya abierto una carpeta de investigación, el dato más difícil de imaginar por su volumen y el más dramático e indignante de todos porque refleja el grado de impunidad que sigue predominando en nuestro país y que todo parece indicar que seguirá predominando por mucho tiempo más.

Ahora bien, si nos adentramos un poco más en los resultados de la ENVIPE 2025, es probable que el panorama no sea del todo negativo, ya que, por ejemplo, en el primer gráfico que se ofrece en el Reporte de resultados, se puede apreciar un avance en relación con el número de víctimas de delito por cada 100,000 habitantes si se compara el año 2024 con los años que van del 2012 al 2019. Sin embargo, ese número viene en aumento a partir de 2022, el año en que el número de víctimas fue más bajo [probablemente por el contexto de la pandemia].

En ese mismo rubro, en el comparativo 2023-2024 desglosado por entidades federativas se aprecia un aumento a nivel nacional de 3.5%; que en siete entidades el número de víctimas de delito bajó [en Nayarit bajo 1.5%, de 17,382 a 17,128] pero en otras siete entidades aumentó y alcanzó cifras de 34,851 en el Estado de México; de 30,804 en la CDMX y de 30,498 en Tlaxcala, muy por encima de la tasa nacional y en contraste con las cifras de Chiapas [15,576], Tamaulipas [¡!] [16,537] y Michoacán [¡!] [16,572].

En cuanto al número de delitos ocurridos, los 33.5 millones de delitos cometidos en 2024 solo son superados por los delitos cometidos en 2017 y 2014 y muestran un aumento significativo en los años más recientes: 31.3, en 2023, 26.8, en 2022, 28.1, en 2021, 27.6 en 2020…

Entre los datos que más llamaron mi atención está la referencia al delito de secuestro ya que este delito no se encuentra entre los delitos más frecuentes y aparece en el rubro de ”otros delitos”.

En este caso, los datos de la ENVIPE 2025 estimaron un total de 92,888 víctimas y de 94,679 secuestros [confieso que no entiendo esa distinción], de los cuales, el 43.5% tuvieron una duración de menos de 24 horas. En el gráfico comparativo de este tipo de delitos de 2012 a 2024 se puede apreciar que está por debajo de las cifras más altas [2013, con 123,470 víctimas y 131,946 delitos], pero muy por encima de las cifras más bajas [2021 con 60,716 y 63,131 respectivamente]. Asimismo se puede apreciar un aumento creciente entre 2021 y 2024.

De la cifra oculta [93.2% de los delitos cometidos], lo mejor callar [Wittgenstein “dixit”]…

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