¡Noticia de última hora!
Ha llegado una expedición científica de la Academia de Ciencias de California a Tepic. Fue entre septiembre y diciembre de 1894, cuando la plaza principal olía a tamales y champurrado.
Una carta del presidente de la Academia de Ciencias, publicada por el periódico El Tepiqueño del 27 de abril de 1895 agradece a los hermanos Menchaca por abrir puertas y caminos a esos expedicionistas; probablemente se refiera a José Octavio, José María y Ramón… gente buena, pues.
¿Y qué investigaban estos señores aquí, en nuestra bella “aldea”? Pues lagartijas y serpientes. Sí, como lo oye… así como lo dijo Vicente Fox: alimañas, tepocatas y víboras prietas.
Lástima que gran parte de su trabajo se perdió en uno de los incendios ocasionados por el sismo que sufrió la ciudad de San Francisco el 18 de abril de 1906. Trágico, pero no definitivo, porque la ciencia guarda memoria como guardan las abuelas recetas de cocina.
Sin embargo, sus resultados reaparecen citados en estudios posteriores, por ejemplo, sobre la distribución de la serpiente Pituophis deppei, mejor conocida como la culebra sorda mexicana.
El líder de la expedición era Gustavus Augustus, pero le decían de cariño Gustav Eisen, y no era cualquier hijo de vecino; no, señor: cuando le entró el gusanito de estudiar las lombrices de tierra, acabó por tener correspondencia con el mismísimo Charles Darwin. Por ende, un hilo diminuto unió a Tepic con la gran historia de la evolución.
Nuestra “aldea” Tepic dejó marcas en mapas, revistas y artículos científicos: lo que aquí parecía pequeño viajó lejos.
Fuente: El Tepiqueño 1895 / Van Denburgh, J. (1897). Reptiles de Sonora, Sinaloa y Jalisco, México… / Biólogo Jorge Armando Lauriano Barajas.