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martes, octubre 7, 2025
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Transforma payaso Llaverito el transporte público en escenario

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"Una vez, antes de una fiesta, me avisaron que un familiar acababa de fallecer, ya estaba maquillado, no pude llorar, decidí salir al escenario, porque los niños ya me esperaban, hice reír a todos y cuando terminé, lloré por horas”, recordó Llaverito

Desde hace más de dos décadas, el payaso Llaverito ha convertido el transporte público de Tepic, Nayarit, en su escenario habitual. A bordo de camiones y combis que recorren las calles de la capital nayarita, este singular artista transforma el cansancio y la rutina diaria de los pasajeros en momentos de sonrisas, risas y, a veces, hasta carcajadas espontáneas.

Con su característico maquillaje y vestuario colorido, Llaverito no solo busca arrancar aplausos, sino también ganarse la vida. Él mismo revela que, en un buen día, puede llegar a reunir hasta dos mil pesos mexicanos gracias a las aportaciones voluntarias del público. “Cuando el respetable se porta generoso, llego a juntar hasta dos mil pesos. Pero incluso en los días bajos, no me voy con menos de 800 pesos”, afirma. Estos ingresos, aunque fluctuantes, demuestran el valor que los pasajeros otorgan a su peculiar espectáculo itinerante.

Sin embargo, detrás de la risa y el espectáculo, se esconde una historia de disciplina emocional y entrega total al oficio de hacer reír. Llaverito recuerda un momento particularmente difícil que lo marcó como artista. “Una vez, antes de una fiesta, me avisaron que un familiar acababa de fallecer. Ya estaba maquillado. No pude llorar. Decidí salir al escenario, porque los niños ya me esperaban. Hice reír a todos y cuando terminé, lloré por horas. Pero nunca frente a mi público. Ellos no merecen ver mi tristeza, merecen alegría. Un payaso no debe mostrar su dolor, aunque por dentro esté destrozado”, relata con la voz quebrada. Este testimonio subraya la profunda dedicación y el compromiso inquebrantable que tiene con su profesión y su audiencia.

Originario de Uruapan, Michoacán, Llaverito lleva en el corazón a su familia, a quienes no ha podido ver en mucho tiempo. Con la voz entrecortada y una mirada que deja entrever nostalgia, el payaso envía un emotivo mensaje a los suyos: “Les mando un fuerte abrazo desde Tepic. Pídanle a Dios que no me deje solo, donde sea que ande. Muy pronto estaré en mi tierra para pasar la Navidad juntos”.

Así, entre bromas y narices rojas, Llaverito continúa recorriendo las calles de Tepic para abordar un camión o una combi con una misión clara: hacer reír a su público, aunque por dentro su alma llore y su corazón extrañe a la familia que lo espera en Michoacán. Su historia es un recordatorio del poder transformador del arte y la resiliencia del espíritu humano.

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